Úbeda, Parador, 29–03–2014
Querido papá:
Desde hace años te he visto escribir dulces despedidas a amigos y compañeros que se jubilaban. Parecía lejano el día en que serías tú el homenajeado; pero, al final, ha llegado y quiero que en este día no te falte la merecida hagiografía que para tantos has tejido y que sólo pocos como tú merecen. Espero que el mío no sea el único discurso que recibas, pero sí uno de los más sentidos; pues no ha habido padre como tú tan ejemplar, ni esposo, hijo, yerno, hermano, maestro, amigo u otros papeles que, desde mi bambalina privilegiada, no te haya visto magistralmente interpretar.