Esto era una vez…
Una niña que poseía tan buenas cualidades personales, que cualquier persona la admiraba: era súper educada, cariñosa, hacendosa en su hogar, muy ordenada…; y, además, siempre ayudaba a su madre en cualquier labor de casa o recado que necesitase… A todas horas estaba dispuesta para hacer todo lo que sus mayores le ordenasen…
Así, en clase, era de las primeras en terminar sus trabajos y con el regusto de hacerlo bien, pues siempre estaba atenta a todo. Si cualquier compañero tenía algún problema, siempre se ofrecía a ayudarlo…Todo era paz y armonía en su vida escolar y familiar…
Como amante de la música, al igual que su hermano, quiso escoger la senda de la interpretación y, mediante el chelo, poder expresar sus sentimientos y anhelos musicales de la forma más tierna posible…
Por eso la vida (y Dios…) la premiaron con una familia inmejorable que siempre estaba atenta a todas sus necesidades. Ella todo lo asimiló, y de qué manera; por su amor a la música consiguió ser una extraordinaria intérprete del chelo… Su ancho corazón le llevó por los derroteros de la ayuda al necesitado y al desvalido; por lo que supo conjugar su vida privada con su vida profesional, formando un tándem que le hizo muy feliz; pues encontró, además, al amor de su vida con el que compartió tan entrañables experiencias vitales, recordando siempre la etapa escolar (en su querido colegio) como la más feliz de su larga vida…