Lo que vio Cristóbal Colón, 6

24-09-2011.

Jueves, 18 de otubre

Después que aclaresció seguí el viento, y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí fondeé’ al tiempo que ya no era de navegar, mas no fui en tierra, y en amaneçiendo de la vela.

Viernes, 19 de otubre

En amaneçiendo levanté las anclas y envié la caravela Pinta al Leste y Sueste, y la caravela Niña al Sursueste, y yo con la nao fui al Sueste, y dando orden que llevasen aquella buelta fasta mediodía, y después que ambas se mudasen las derrotas, y se recogieran para mí. Y luego, antes que andássemos tres horas, vimos una isla al Leste sobre la cual descargamos. Y llegamos a ella todos los tres navíos antes del mediodía a la punta del Norte, adonde haze un isleo y una restringa de piedra fuera d’él al Norte, y otro entre él y la isla grande, la cual anombraron estos hombres de San Salvador que yo traigo la isla de Saomete, a la cual puse nombre de Isabela.

El viento era Norte, y quedava el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de donde yo avía partido Leste Güeste, y se corría después la costa desde el isleo al Güeste, y avía en ella doze leguas fasta un cabo, y aquí yo llamé el Cabo Hermoso, que es de la parte del Güeste. Y así es, fermoso, redondo y muy fondo, sin baxas fuera d’él, y al comienço es de piedra y baxo y más adentro es playa de arena como cuasi la dicha costa es. Ysurgí ‘fondeé’ esta noche viernes hasta la mañana.

 

Esta costa toda y la parte de la isla que yo vi, es toda cuasi playa, y la isla, la más fermosa cosa que yo vi, que si las otras son muy hermosas, ésta es más. Es de muchos árboles y muy verdes y muy grandes, y esta tierra es más alta que las otras islas falladas, y en ella algún altillo, no que se le pueda llamar montaña, más cosa que afermosea lo otro, y pareçe de muchas aguas.

Allá, al medio de la isla, d’esta parte al Nordeste haze una gran angla, y a muchos arboledos y muy espessos y muy grandes. Yo quise ir a surgir ‘fondear’ en ella para salir a tierra y ver tanta fermosura, mas era el fondo baxo y no podía surgir salvo largo de tierra, y el viento era muy bueno para venir a este cabo, adonde yo surgí ahora, al cual puse Cabo Fermoso, porque así lo es. Y así no surgí en aquella angla, y aun porque vi este cabo de allá tan verde y tan hermoso, así como todas las otras cosas y tierras d’estas islas que yo no sé adónde me vaya primero, ni me se cansan los ojos de ver tan fermosas verduras y tan diversas de las nuestras, y aun creo que ha en ellas muchas yerbas y muchos árboles que valen mucho en España para tinturas y para medicinas de espeçería, mas yo no los cognozco de que llevo grande pena.

Y llegando yo aquí a este cabo, vino el olor tan bueno y suave de flores o árboles de la tierra, que era la cosa más dulçe del mudo. De mañana, antes que yo de aquí vaya, iré en tierra a ver qué es; aquí en el cabo no es la población salvo allá más adentro, adonde dizen estos hombres que yo traigo, que está el rey y que trae mucho oro. Y yo de mañana quiero ir tanto avante que halle la poblaçión y vea o aya lengua con este rey que, según estos, dan las señas, él señorea todas esta islas comarcanas, y va vestido y trae sobre sí mucho oro, aunque no doy mucha fe a sus dezires, así por no los entender yo bien, como en cognoçer qu’ellos son tan pobres de oro que cualquiera poco qu’este rey traiga los pareçe a ellos mucho.

Este aquí yo digo Cabo Fermoso, creo que es isla apartada de Saometo y aún aya otra entremedias pequeña. Yo no curo así de ver tanto por menudo, porque no lo podría fazer en çincuenta años, porque quiero ver y descubrir lo más que yo pudiere para volver a Vuestras Altezas, a Nuestro Señor aplaziendo, en abril. Verdad es que, fallando adonde aya oro o espeçería en cantidad, me denterné fasta que yo aya d’ello cuanto pudiere; y por esto no fago sino andar para ver de topar en ello.

Sábado, 20 de otubre

Oy, al sol salido, llevanté las anclas de donde yo estava con la nao surgido ‘fondeado’ en esta isla de Saometo al cabo del Sudueste, adonde yo puse nombre el Cabo de la Laguna, y a la isla la Isabela, para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del Sueste y Sur, adonde entendí d’estos hombres que yo traigo que era la poblaçión y el rey d’ella. Y fallé todo tan baxo el fondo, que no pude entrar ni navegar a ella, y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo; y por esto me determiné de me bolver por el camino que yo avía traído de Nornordeste de la parte del Güeste, y rodear esta isla para aí. Y el viento me fue tan escasso, que yo no nunca pude aver la tierra al longo de la costa, salvo en la noche. Y, porqu’es peligro surgir en esta islas, salvo en el día que se vea con el ojo adónde se echa el ancla, porque es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo me puse a temporejar ‘mantenerse con poca vela sin alejarse de un punto o lugar determinado’ a la vela toda esta noche del domingo. Las caravelas surgieron porque se hallaron en tierra temprano y pensaron que a sus señas, que eran acostumbradas de hazer, iría a surgir ‘fondear’, mas no quise.

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