Como declaraciones de principio se pueden entender, creo, las siguientes afirmaciones de Unamuno, que constituyen verdaderas impugnaciones del Realismo. Se encuentran, principalmente, en los apartados II y IV del Prólogo a Tres Novelas Ejemplares (1920). Merece la pena leerlos:
Apartado II
«Nada hay más ambiguo que eso que llaman realismo en el arte literario. Porque, ¿qué realidad es la de ese realismo? Verdad es que el llamado realismo, cosa puramente externa, aparencial, cortical y anecdótica se refiere al arte literario y no al poético o creativo. En un poema ‑y las mejores novelas son poemas‑, en una creación, la realidad no es la del que llaman los críticos realismo. En una creación, la realidad es una realidad íntima, creativa y de voluntad. Un poeta no saca sus criaturas ‑criaturas vivas‑ por los modos del llamado realismo. Las figuras de los realistas suelen ser maniquíes vestidos, que se mueven por cuerda y que llevan en el pecho un fonógrafo que repite las frases que su Maese Pedro recogió por calles y plazuelas y cafés y apuntó en su cartera.
¿Cuál es la realidad íntima, la realidad real, la realidad eterna, la realidad poética o creativa de un hombre? Sea hombre de carne y hueso o sea de lo que llamamos de ficción, que es igual».
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