Seis años de Safa

Me instan a escribir una galeria de retratos de colegas y alumnos de la Safa. Más que la avidez de mi estilo, les mueve distraerme la vaciedad de un tiempo despeñado ya. Gracias.
Dionisio, en su santoral, exprime ágil la vida y milagros de significados colegas.
Angélico fuere yo. E ignorando que los mortales en vez de alas tenemos pinreles, diestro anduviera en el manejo de la loa y el ditirambo.
Por otra parte, cincuenta años por medio, y tantas nieblas, se me hace duro tensar la memoria.

Por más que los jesuitas marcaban distancias y se recluían en su olimpo, amables o autoritarios, condicionaban nuestro vivir y actuar.
En La vida en un columpio, reseñado queda mi alto concepto del anciano P. Ponce. Y mi aprecio por el P. Gómez, heroico en su entrega. Amable me es recordar al eufórico e imparable P. Marín, de largas colas en el confesonario.
Entrañables la memoria del P. Arcelus, y la de Natera… Larga cuerda de “curillas” desfilaron. Chapoteaban inexpertos, pretendiendo dominar a los sufridos chavales, y someter a los inspectores. La lucha por la supervivencia, asechada en aquel improvisado vivir, también les afectaba. Recuerdo a Flórez, prietas las quijadas y sueltas las manos. Mauriño, a secas. La mirada fosforescente y en arenga perpetua el decir, Galofré. Con admiración recuerdo a Theotonio. Delicado, conciliador. No me comporté con él. Si aún fuera tiempo, mis excusas le presento y su perdón le suplico. Con luz y agrado recuerdo también a un P. Feliciano… Culto, cordial y encantador.
En el curso 56-57 hubo un prefecto de pequeños. Recogido y breve. Era mayo. Recuerdo… Afanoso por enfervorizar a su gente menuda, dispuso que les presidiera únicamente el estudio una Inmaculada. De escayola. Grande y fea. Alta, tanto como él. Cuantas veces sorprendió a la chiquillería alborotada, les abroncó. Y por no merecerla, se echaba al hombro la virgen y, vacilante, bajaba aquella preciosa escalera de la E. de Magisterio…
Pasados los años, Bermudo rector, llegó Mendoza. Y tiempo después, Navarrete. De ilusiones, proyectos y estrellas llegaban bien abastecidos. De los tres doy cumplida cuenta en La vida en un columpio.

 

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Publicado en: 2005-09-12 (42 Lecturas).

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