Como cada dos años, el 23 de mayo, los orientadores de la provincia de Almería tuvimos un «Encuentro Provincial de Orientación» (Departamentos y Equipos) para revisar nuestra práctica orientadora.
El encuentro suele iniciarse con la intervención de un experto en el tema central del mismo. Este año, el encuentro ha estado bajo el prisma de la reflexión sobre la calidad del servicio que ofrecemos. Creo que no es pasión de compañero el afirmar que, en el tema, pocos expertos pueden estar a la altura de nuestro compañero Sebastián. Afortunadamente, pudimos contar con su presencia y el equipo organizador tuvo la deferencia de que me encargara de su presentación como antiguo compañero de estudios.
PRESENTACIÓN DE SEBASTIÁN RODRÍGUEZ ESPINAR
Catedrático de Orientación Educativa de la Universidad de Barcelona
Para mí es una gran satisfacción personal ‑que agradezco públicamente al Equipo Provincial‑ el poder presentaros a un viejo amigo y compañero de juventud.
En primer lugar, Sebastián, agradecerte que hayas hecho un hueco en el cúmulo de tus muchas responsabilidades, con una disponibilidad digna de encomio, para compartir con nosotros esta jornada de reflexión sobre nuestra práctica orientadora.
Sé que, con ocasión de la presentación de un ponente, procede enumerar tanto su currículo académico y profesional como su aportación bibliográfica al tema que nos ocupa, pero en ello consumiría un tiempo precioso que se lo restaría a su intervención. Por ello, he preferido centrarme en aquellos aspectos de la rica personalidad de Sebastián que más se ajustan al objetivo central de esta jornada.
Sebastián se compromete con la orientación desde sus inicios como Maestro de Primera Enseñanza; por tanto sabe perfectamente qué terreno pisa. Sabemos de su gran entrega y dedicación a la Orientación Educativa desde que accedió ‑con gran esfuerzo y mérito por tu parte‑ a la primera cátedra con perfil de Orientación Educativa allá en el año 86, en la Universidad de Barcelona. Desde entonces, su trabajo ha sido incansable y sus aportaciones imprescindibles, en el camino por consolidar el estatus profesional, académico y social de la Orientación Educativa y psicopedagógica.
En este empeño no ha escatimado ningún esfuerzo y siempre ha estado a disposición ‑sin contrapartidas, y prueba de ello es tu presencia ahora aquí‑ de cuantos solicitaran sus aportaciones en aras de conseguir una acción orientadora entendida ‑y son sus propias palabras‑ «como una guiada participación para que la persona elabore su propia construcción personal teniendo como marco previo de actuación las siguientes consideraciones:
Ø La educación sola, y por tanto la orientación, no pueden eliminar las desigualdades y divisiones sociales, pero puede contribuir realmente a combatirlas. En definitiva, puede convertirse en un agente de lucha por la dignidad de la persona y la equidad social.
Ø La orientación ni elimina el error humano en la decisión ni altera las estructuras de los sistemas que impiden la plena realización de la persona, pero puede contribuir a tomar conciencia a unos y otros de las barreras que impiden tal realización, así como de las vías más idóneas para su superación.
Ø La complejidad de la situación presente y el alto grado de indeterminación del futuro reclaman la elaboración de una visión y plan de acción compartidos por todos los agentes.
Ø El marco jurídico-administrativo actual en la prestación de los servicios generales de orientación no puede ser un obstáculo permanente en la adecuada organización de la acción orientadora».
[Como podéis apreciar es todo un programa de vida y de compromiso social.]
Ha sido largo y complejo el camino de la consolidación de la práctica orientadora desde las primeras concepciones de ajuste del individuo al sistema productivo primero y escolar después, pasando por una concepción quizás excesivamente psicologizada con una perspectiva clínico-remedial; hasta una práctica actual más curricular y centrada en el desarrollo integral de la persona con una perspectiva de prevención e intervención social.
Una vez consolidada la Orientación Educativa con un estatus académico y social, entiendo que el gran reto que tenemos los Orientadores es que nuestra práctica orientadora sea un auténtico elemento de calidad que, rompiendo los límites del marco escolar, trascienda al marco de la intervención social como un auténtico elemento de calidad de vida.
Y, citando de nuevo textualmente a Sebastián:
«Ante los nuevos escenarios legales y reales, y dado el nivel de institucionalización de la función orientadora y psicopedagógica, la primera década de este siglo puede representar una etapa de definitiva consolidación de un campo profesional con grandes perspectivas. Este logro dependerá en buena medida del comportamiento profesional del colectivo que en estos momentos ha asumido el reto de hacer creíble, a partir de la evidencia empírica de su proceder y resultados, que la intervención orientadora es un factor relevante para alcanzar los objetivos de una educación de calidad».
Con esa idea se ha planteado esta jornada de reflexión sobre nuestra práctica orientadora. Y en ello es mucho lo que nos puede aportar Sebastián. Con él os dejo. Gracias, Sebastián.
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Publicado en: 2005-05-27 (63 Lecturas)