Presentación de «Al son de una casida»

Llevábamos más de una hora oyendo a los numerosos y diferentes intervinientes del doble acto: “Encuentro de culturas: Interreg III A” y “Presentación del libro Al son de una casida”, cuando Juan José Ponce Sánchez cedió la palabra al último interviniente: el autor, Diego Rodríguez Vargas.

Diego Rodríguez Vargas está a la izquierda.
Diego se quedó serio, mirando indefinidamente hacia el fondo de la sala, mientras las autoridades marroquíes y españolas abandonaban sus asientos de la mesa presidencial y se ubicaban en la primera fila de butacas, junto a nosotros.
Comenzó una discreta y rítmica música, cuando cuatro jóvenes artistas, bellamente ataviados, atravesaban el patio de butacas por su pasillo central y subían al estrado para hacer una magnífica defensa de la solidaridad humana, desde sus resueltos recursos teatrales. Nuestro aplauso final, intenso y extenso, se debió tanto al sentido de sus mensajes como a la artística forma de expresarlos.
De repente, la seriedad formal del acto, presidido por tantas ilustres autoridades, se vio llena de una magnífica representación juvenil. Desde el pasado y el presente ‑referidos en los contenidos de los excelentes ponentes anteriores‑, nos vimos lanzados hacia nuestro futuro, incitado por las breves y alternadas intervenciones de los ponentes juveniles.
Tomó la palabra Diego, acompañado por una exposición oportuna de diapositivas, que reflejaban cabalmente lo que nos iba diciendo. Su tono fue emocionado y simpático. Supo dar las gracias sinceras y hacer el comentario humorístico oportuno.
Pero lo que más me llamó la atención fue su intensa participación en la intercomunicación propuesta. “En mis viajes […] tuve la ocasión de aproximarme al fascinante mundo de una civilización oriental tan cercana como esplendorosa y, al mismo tiempo, tan necesitada de cooperación solidaria”, dice en la contraportada de su libro. En directo fue más intenso.
Cuando, al final del acto, tomábamos unos aperitivos en la terraza del magnífico Rectorado de la UMA, con la Alcazaba malagueña de fondo, el secretario general de la Universidad de Tetuán le decía a Juan José Ponce Sánchez, Coordinador de Interreg III A, que los marroquíes se sentían asombrados por la entrega tan generosa de los españoles. Intervine para indicarle que yo era andaluz y español y me sentía tan asombrado como él por la implicación tan absoluta de una Asociación malagueña en el mundo marroquí.
Pues el libro de Diego recoge intensamente esta intención emocionada y generosa. Cuando celebremos nuestra Asamblea este año, nos hará su propia presentación e intentará regalar un ejemplar a quienes os interese el tema. Poneos en contacto con él en diegorv49@terra.es.
 
 

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Publicado en: 2005-06-11 (64 Lecturas)

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