Número 6. Abril de 1965

Solapa
Siete días, como todas las otras semanas, sol o lluvias, paz o guerra… Pero siempre es la Semana Mayor del año. Por ella fluye un pulso distinto, anhelante.
La gente, todas las gentes, esperan la Semana Santa desde balcones diferentes. Las jóvenes en traje nuevo y con mantilla. Los mozos con perspectivas de diversión y amistades. Las beatas hacen su agosto de vía crucis y misereres… Oran y trabajan los ministros de Dios. Y todos mojamos un poco la vida, en la Semana Santa, como espectáculo y conmemoración.
El espectáculo, es la nota, la apostilla humana al drama divino. Y verdaderamente es un bravo espectáculo, dentro y fuera de la liturgia. El arte, en su pluralidad cuantiosa de modos, la naturaleza en sus criaturas, todo se ha concitado para el concierto de la conmemoración. Música, salmos, saetas, tallas, procesiones, luces… Todo para enaltecer el aniversario de las bodas de amos y de sangre entre el cielo y la tierra… Todo recordando aquella semana trágica de hace dos mil años.
Desde tanto tiempo no es extraño que sobre la esencia del acontecimiento parasite la anécdota, la rutina… Pero la conmemoración del hecho ahí está, sin mixtificaciones legendarias. Si se vendan los ojos con la fe y se extienden las manos, ahí está el pobre Cristo, sangrante, frescas las heridas. No es mascarilla, prodigios de maquillaje litúrgico. Es el mismo Cristo del Calvario. Y Judas y los fariseos y el Sanedrín y Poncio… también seguimos vivos, reales. Y un poco después Cristo resucita en apoteosis mañanera para todos los hombres.
Es el tiempo del júbilo Santo; aunque la mayoría de los hombres adelantamos las aleluyas pascuales dentro de la Semana Santa.
El dolor nos asusta y no logramos convencernos de que si Cristo resucita, es porque antes lo habían matado…
[Jesús María Burgos Giraldo.]

TANTEOS
REGIDOR: JUAN MÁRQUEZ
ÚBEDA Y ABRIL DE LOS XXVI AÑOS DE PAZ ESPAÑOLA
AÑO II – REVISTA DE LA JUVENTUD – NÚM. 6
 
ALEGRÍA
Para nuestro cumpleaños, vuestro mejor regalo y nuestra óptima invitación es ese poema angélico y humano de la alegría.
En el rostro y en el alma, en la mente y en los actos, en el silencio y en el evangelio, rimemos todos ‑de noche y de día‑, el hombre y el tiempo de la alegría.
Alegría de lujo al celebrar los XXVI años de paz española; al disfrutar de la obra social del Plan Jaén, con la satisfacción, el agradecimiento al Excmo. Señor Pardo Gayoso, Gobernador Civil de la provincia. Cuando todo esto pasa, cuando nuestro “pendiente” profesor de Matemáticas, D. Diego Fernández, director de la Escuela de Maestría Industrial, recibe de manos de S. E. Francisco Franco, un distintivo a su silente labor; cuando nuestros compañeros más jóvenes lanzan a los cuatro aires sus gritos inconformistas en sus “insensateces”, materialmente pobres… Cuando don José Chamorro, magnífico director del diario Jaén publica espléndidamente nuestro proyecto de viaje Fin de Carrera, por tierras de 15 banderas…
Cuando la vida sigue, cuando vuelve a cantar en las campiñas el esplendor de la yerba y de las flores, cuando el mundo gira con toda su ilusión, entonces encended el corazón y los sueños y dad gracias a Dios… y apurad, avaramente, este tiempo inolvidable de alegría y juventud.
EDITORIAL
“Me llamo Tanteos porque soy eso, un tanteo, un balbuceo de prensa… Y siempre trataré de llevar a vuestras manos mi mensaje de bondad y de lucha”.
LA ÚLTIMA PIEDRA
Los cumpleaños sirven para hacer balance del tiempo pasado. Mi sexta salida se encuentra, sin querer, con un año de existencia… Es ahora, como siempre, cuando debe encandilarnos el farol de la conciencia.
Antes de nada, mis mejores palabras, las más encendidas y fervorosas para mi pundonoroso equipo de redactores, para mis ardientes colaboradores, para mis superiores afectísimos y para mis mecenas publicitarios. Agradecimiento perenne a todos, que de hidalgos es ser agradecidos. Padecer defectos y reconocerlos es patrimonio de hombres jóvenes. Por eso, antes y después de recibir vuestra lapidación, seré yo quien, desde la atalaya del editorial, se martirice lanzándome la última piedra.
Es la hora de la dimisión digna. De la muerte heroica. “Tanteos, revista de Juventud, ha muerto…”. Algún poeta joven ‑y malo, diréis‑, lloraría por mí, su mejor elegía… Al fin y al cabo, sería uña forma de ocultar ‑aunque clásica, trágicamente‑ vuestras críticas. Y no. Nada más antagónico a nuestro programa que la censura. Peor aún, censurar la censura. Me flageláis el alma cuando pregonáis mi absurda agonía. Puede que me haya “aburguesado”, puede que parezca me haya “vendido” al artículo fácil‑culpable, puede que sea ese “seudorromántico y plañidero periodiquillo”, puede que me haya hecho calculador, racionalista… Incluso, puede, que esté presta la muerte esperando en la esquina…
Pero no. No quiero, no puedo, no debo morir. Hay que luchar, luchar siempre. Hasta la última sonrisa. Sí, aunque sólo sea porque somos jóvenes… ¡Sólo jóvenes! ¿Sabéis lo que eso significa…?
Y yo a vosotros, a los jóvenes, os invito a soplar, en estos momentos de fría tibieza, sobre las ascuas agónicas de vuestros “viejos” sueños… Aquellos tiempos en que, para hacerme nacer, vosotros pícaros y salados, como ángeles traviesos, me inyectasteis centenares de ampollas de euforia y de entusiasmo…
Vuelvo a soñar. Y veo un puñado de piratas de la rebeldía y del imposible que se enorgullecen llamándome “mi” generación. Hay que despertar a la bravura. No vamos a ser unos burgueses, vamos a ser revolucionarios del Bien y de la Verdad, sin más armas que la Alegría, la Juventud, la Gracia y unas hojas a imprenta ‑mendigos de su valor monetario‑, bohemias…
Es preciso que nuestro plan de trabajo para esta segunda etapa no adolezca de estatismo. Que siempre tenga la salvadora fuerza de ser algo abierto, progresivamente perfectivo; algo que nos lleva en marcha briosa y alegre a encarnar el ideal en cada minuto de nuestra vida. Será preciso que trabajemos concienzudamente en canalizar, sistematizar el torrente de nuestros anhelos en un programa completo y redentor. Realizar nuestra vocación de hombres, en el siglo XX, conforme a la mente de Dios, eligiendo las palabras más difíciles, duras y sinceras, junto a las vanguardias sociales del mundo. Toda la, vida bajo la ambiciosa sementera del Bien, de la Verdad, del Amor…
Hemos de pedirle al Dios bondadoso, con toda la sinceridad de nuestra hirviente juventud, para que nuestro ideal sea uña luz, un programa que tire de nosotros y nos transforme en otros hombres al servicio de otro Mundo Mejor. Que Dios nos haga sentir la responsabilidad y gravedad de nuestra vocación. Ser graves aquí vale tanto como aprender a escrutar con los ojos del alma, un destiño hermoso que cumplir. Es tomar conciencia de nuestra esclarecida vocación y clavar hondo, en la raíz de nuestro ser, la inquietud más leal y auténtica que ofrecer, hechas obras, a la Iglesia y a la Humanidad. Hay que desmarcarse, sin orgullo, de esa juventud timorata y calculadora que, por miedo al riesgo de la desilusión y al coraje de la entrega, desecha la bella grandiosidad de la aventura y la donación; achicando así sus posibilidades en cuadrillas de modestia y prudencia estériles. Eso, que, al fin, es miedo a la vida y desconfianza en Dios y en su propia vocación.
Manteneos siempre fuertes; si hay algún pusilánime, alentadle; y si no reacciona, borradle de la lista de los colaboradores. A mí mismo, si me veis desfallecido, aguijoneadme; si me acobardo, repudiadme y fundad otra revista, con otro nombre, pero con este plan bueno. Pero si avanzo, seguidme.
[Jesús María Burgos Giraldo.]
 
 
«San Valentín nos ha traído el evangelio de los novios. Oremos, cantemos, al AMOR».
ORACIÓN A SAN VALENTÍN
San Valentín.
Perdona que me dirija a ti.
No sé si fuiste casado o soltero, virgen o arrepentido…
Sólo sé que la gente te cuelga la gerencia feliz de los enamorados.
Desde que lo supe, todas, todas las noches te rezo… ¿Sabes? Tengo 18 años. Algo nuevo me hoza de día y de noche en la sangre, como un lobo hambriento.
Los mayores se ríen de mí; dicen que es la vida. Hay quien me habla del hombre zoológico que renace en mi selva; y me largan metros y metros de sermón para que lo encadene… Pero nadie me pregunta por ella… Aún no le he dicho nada. Tengo miedo de jugar al amor.
Dicen que el amor es a los amoríos lo que el oro a la chatarra dorada.
El amor que yo siento es hermoso, como la vida misma. Y me asusta arriesgarme a falsificarlo en la madrugada de la vida.
Por eso vengo a tí. Si es cierto que la vida se hace de amar y sufrir, enséñame, San Valentín, a amar con responsabilidad y a sufrir ya en la espera y la renuncia.
DEL AMOR
Por José Luis Acosta.
No os riáis si os digo algo:
Creo que quien más sabía en el mundo ‑últimamente, al menos‑ de estas cosas del amor ‑del amor y del temblor‑ era Einstein.
Einstein ‑Alberto Einstein‑ descubrió, como sabéis, una nueva y trascendental teoría de la relatividad.
Alguien ha dicho que la teoría de la relatividad, como el amor, es algo de lo que todo el mundo habla pero de lo que nadie, casi nadie, entiende.
Hubo, empero, un hombre ‑quizá el mismo Einstein‑ que quiso hacer asequible a los más ‑vulgarizar; popularizar‑ el genial descubrimiento.
E hizo comparanzas.
No es igual ‑decía‑ soportar durante cinco minutos, en la palma de la mano, un carbón encendido, que estar cinco minutos mirándose en los ojos de la mujer amada…
Los cinco minutos primeros ‑los del ascua‑ son una eternidad.
Los otros cinco minutos son… ¡como un suspiro!
Yo quiero pensar, por eso, que Einstein ‑el judío de ojos vivos, que tocaba el violín‑ llegó a sus conclusiones, no a través de la matemática pura, sino utilizando la escala, luminosa, de un temblor cordial.
¿No hubo alguien que, al ver caer una manzana ‑absorto en sus músicas interiores‑, descubrió, también, la ley aquella, fabulosa, de la gravitación universal…?
¡Pues algo así!
Y por esto ‑Einstein: especialista en amor‑ lo traigo, hoy, aquí. A las páginas inquietas, bulliciosas, de Tanteos, en un número que, según sus facedores, iba a estar dedicado a eso: a conjugar ‑modo, tiempo, número, persona‑ el verbo AMAR. Y a hablar del que, según parece, es ahora el titular de la cartera: San Valentín.
Como yo, por otra parte, ignoraba que San Antonio hubiera “dimitido”; como yo, además ‑¡digámoslo de una vez!‑ de San Valentín no sé más que esas vaguedades que, anualmente, lanzan a los vientos de la publicidad ciertas renombradas “Galerías”, pues he tenido que recurrir a un inocente truco:
A falta de San Valentín –pensé‑, bueno es Alberto.
¿Qué os parece…?
Porque si hablamos del amor, claro, de aquí ‑del amor, éste, de la tierra‑ ¿por qué negarle un sitio, en nuestro platicar, a un hombre como él…?
Los poetas, los literatos, algún que otro seudosanto, incluso, les negaron la sal y el agua a los matemáticos, a los científicos. Les negaron, quiero decir, la facultad de amar con… “revoloteos”.
Resultó, sin embargo, que un montón de ellos ‑de científicos, digo; de matemáticos‑ demostraron tener mejores dotes, más capacidad amatoria que la mayoría de los más exaltados poetastros.
¡Y se vino abajo el mito!
Yo, que no soy precisamente un matemático; que tengo, en ocasiones, hasta que sumar con los dedos, comprendo que el amor ‑y es en lo único en que hago mis pinitos pitagóricos‑ es algo que responde a reglas precisas.
No os engañe el color de un crepúsculo o el olor de una flor. Eso son, solo ‑pueden ser, solo‑ bambalinas. Las engañosas bambalinas de las que suelen servirse, en ocasiones, ciertos cupidos de guardarropía…
El amor ‑más que un suspiro; además de un suspiro‑ es una regla de tres:
Tú, ella, y… lo que ella y tú seáis capaces de poner, de aportar al amor. ¿Einstein, otra vez…?
Pues, sí: ¡Einstein!
Einstein, con sus relatividades. Con sus exactitudes.
Einstein, que sale al paso de las florituras, vacías, que inventaron aquellos hombres empalagosos…
Y es que no se usó ‑¡se abusó!‑ de las fragancias, que no eran fragancias, sino pestilencias. Se abusó de los colores ‑¡negruras!‑ que no eran colores…
Abocó el amor, de ahí, en frivolidad.
Lo noble se hizo ruin. Lo blanco, negro.
Al bello, hermoso platicar mirando al cielo, empezó a llamársele… cursilería.
Al sacrificio, primada.
A la generosidad, cretinismo.
A la caballerosidad…
Preguntad…; preguntad a algún niñanco de la “nueva ola” qué es “eso” de la caballerosidad…
Ahora ‑no sé quién‑ se saca de la manga eso otro de… “El día de los enamorados”.
Repito que no sé nada de San Valentín. Que, por eso, no puedo decir nada de él.
Mas si San Valentín ha venido ‑se actualizó‑ para aclarar conceptos, para desterrar trasnochadas teorías del amor…:
¡Bienvenido sea!
Y que él nos ayude, a todos, a inventar nuestro amor cada mañana.
 
¿INFLACIÓN?
¿El amor es un tema? Tema en el sentido matemático de la palabra ‑o químico si se quiere‑, puesto que tiene un significado “radical” en la existencia humana. Tema que ‑vámonos ahora a la Gramática‑ se declina de muy diferentes maneras. En fin, el amor es una constante histórica. O un “eón” que diría el inolvidable Don Eugenio d’Ors.
Pero la literatura es la compañía ‑más o menos anónima‑ que explota al amor. En ciertas épocas sobre todo (ahí está el Romanticismo), no sólo el noventa por ciento de los sonetos, sino el setenta y cinco por ciento de las resmas de papel impreso se dedica al amor. La literatura detecta el amor, a tiempo y a destiempo, y no deja de hacer nunca las oportunas prospecciones.
Y sin embargo –naturalmente no hay que confundir al amor con la literatura. Por mucho que ésta lo adobe, lo repula, lo depile y lo guise, el amor es siempre algo más que la literatura; si bien hay ciertos literatos que intentan ‑ahora sobre todo, con esto del tremendismo y del crudismo‑ colocar al amor no ya tan sólo por debajo de sí mismo, sino por bajo también de la misma literatura.
¡Quién lo diría! A pesar de lo mucho que se habla del amor, falta mucho amor. Es que vivimos en plena inflación. Si hubiera amor…
J. P.
 
PLEGARIA DE SOL A SOL
Nuestros mejores siglos artísticos se han volcado en Úbeda, haciendo de ella una hermosa ciudad monumental.
La campaña de restauración de la Unesco pasó por la plaza de San Pablo. Y San Valentín ‑cupido de barba blanca‑ también se dio una vuelta por allí; pero no para admirar la iglesia restaurada. A los santos les gusta pisar en blando y las piedras son… de piedra.
En un rinconcito lleno de sol, de la plaza de San Pablo, sobre una silla de ruedas azul ‑siempre con silencio en el corazón, y alegría en sus ojos juveniles‑, trenza kilómetros de lana verde‑rosa. rosa‑verde, una muchachita rubia.
‑¿Eres rubia?
‑Rubia, rubia… no. Pero me gusta pintarme el pelo.
No acierto a comprender, es en estas mañanas de invierno, es ella la que espera al sol, en su rinconcito, o es el sol el que lo baña de luz, esperándola a ella. De todas las maneras ella está ahí siempre que hay luz, tejiendo su sueño rosa‑verde, verde‑rosa.
‑¿No te aburres?
‑¡Que va! Bueno… a veces. También me siento en aquel banco, ¿sabes? Hace sol y se está muy bien.
‑¡Pues vamos allá!
En estos cortos paseos de sol a sol, de sueño en sueño, los radios de las ruedas van dibujando, en blanco y negro, paisajes abstractos sobre las sombras de las palmeras.
‑¿Sabes qué día es hoy?
‑Sí. San Valentín. Pero…
‑No. No digas nada más. Calla… Por un momento el sol se ha quedado quieto.
‑Sí, calla. Sigue con tu corazón en silencio y tus ojos alegres. Deja que yo te hable a tí. Te comprendo.
Hoy también es tu día. San Valentín de tus cosas, de tus sueños, de tu sol. San Valentín de esa flor, que en pleno invierno, se esfuerza por brotar para ti, en la plaza de San Pablo. Tú conoces de esta plaza cada sombra, cada luz, cada requiebro de este sol que amanece en las palmeras. Cada viento que se posa en las hojas de las flores, cada gota que, olvidada, se pierda de la fuente. Cada pájaro que pasa sorteando las sonrisas de los niños… cada engarce de tu sueño rosa‑verde. Nadie conoce todo eso, como lo conoces, porque esa es tu vida: mirar y contemplar las cosas. Pero contemplarlas y amarlas es tu San Valentín.
El sol se ha caído por el otro lado de los tejados de las casas. Rueda un carrito azul con una muchachita rubia en sus brazos. Se aleja…
Paliducho ‑blanco mármol‑ San Juan de la Cruz sigue empinándose hacia el cielo. No sé por qué leo, una vez más, lo que tantas veces he leído:
“Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura
y yéndolos mirando
con sola su figura,
prendidos los dejó de su hermosura”.
Antonio Lara.
 
SALMO DEL PERFECTO AMOR
Concédeme, Señor, amar sinceramente,
con calor de regazo y sencillez de niño
a cada hermana alma, a cada hermano hombre
que camina a mi lado mientras sueño contigo.
Concédeme, Señor, ser posada sin puertas
para que todos entren al pisar mi camino,
y ser pan en sus bocas hambrientas de buscarte
y ser sombra y ser agua y ser banco y ser vino.
Concédeme, Señor, ofrecer mi cigarro
para darle tu lumbre al que busca un amigo,
concédeme tenderle un corazón caliente
y una sonrisa buena, con sencillez de niño.
Concédeme, Señor, mostrarles con llaneza
cargada de miserias mi mano de mendigo
para que ellos se gocen al poder ayudarme,
para que ellos se encuentren al buscarse en mí mismo.
Concédeme, Señor, amar valientemente,
sin reservarle nada a mi necio egoísmo,
para que al darme sientan que eres Tú quien les amas
con calor de regazo y sencillez de niño.
J. Gallego SJ.
 
ENTREVISTAS
Citas literarias
Concha Alós
‑¿Qué representa Concha Alós en el concierto mundial?
‑El trabajo de una persona. La colaboración personal hacia una evolución.
‑¿La novela es para usted?
‑La búsqueda de “los problemas del hombre en conflicto consigo mismo”, como decía Faulkner: “Buscar la esencia del hombre a través de sus pasiones”, repitiendo la frase de. Durrell. Es decir, plasmar, escribiendo, los problemas y conflictos de unos personajes que quieren representar al hombre en lucha con la vida, con las pasiones y en fuga de una desnuda y densa soledad.
‑¿Su mejor obra? ¿Qué significa para usted?
‑Creo que es pronto para juzgar mi obra y también para que yo emita un juicio sobre ella. Puedo decir, sin embargo, que mi novela más sincera es Los enanos, la más armónica Los cien pájaros y la de mayor madurez y mejor lograda Las hogueras. Los libros que he escrito significan para mí una lucha, a veces angustiosa, con las palabras para conseguir expresar lo mejor posible una idea personal y real sobre visión del mundo y de ese enigma perpetuo que es el hombre.
‑¿Cómo ve el panorama literario nacional? ¿Y el mundial?
‑El nacional, salvando a muy pocos autores, constreñido y alicorto. El panorama mundial, prometedor e interesante, con Francia y Norteamérica a la cabeza. Con autores apasionantes como Camus, Sartre, Margarite Duras, Julien Green…; Faulkner, Carson Mc Cullers, Heminway… Inglaterra: Lawrence Durrell, Grahan Green… Italia: Pavese… Grecia: Kazanzaquis…
‑¿Qué es el periodismo?
‑Una fotografía que casi siempre sale desenfocada.
‑¿A los jóvenes que empiezan a escribir qué les aconseja?
‑Lo lógico, lo que me aconsejo a mí misma: leer, escribir, pensar, observar… Tener la suficiente humildad y autocrítica para romper lo escrito cuando es mediocre. En resumen: trabajar.
‑¿Proyectos?
‑Muchos: novelas, teatro… Viajes, libros que esperan para ser leídos…
‑¿Ilusiones?
‑Tantas como proyectos.
‑¿Cómo define el amor?
‑La compenetración total de dos seres. Una compenetración tan perfecta que impida la plenitud, en ausencia del otro.
‑Juicio Universal contra los novelistas. ¿Qué obra suya presentaría para su salvación artística y humana?
‑Un libro que fuera la condensación de las novelas que he escrito y de las obras que en el futuro voy a escribir. Es decir, un libro que representara toda una vida de trabajo.
 
Alfonso Paso
‑¿Qué representa Alfonso Paso en el concierto mundial?
‑No lo sé. Todos representamos algo. Cualquier ser humano forma parte del gran plan de la creación. Ignoramos en qué sentido. Si soy necesario, tal vez lo sea en el plano que menos supongo o imagino.
‑¿La comedia es para usted?
‑No sólo la comedia, el teatro, cuanto escribo lo hago por temperamento, por impulso. Vamos, algo así como el canto de los pájaros. Es inevitable.
‑¿Cómo ve el panorama teatral en el mundo y en España?
‑Acabo de estrenar con tremendo éxito en Munich Cosas de papá y mamá. La crítica ha recibido mi pieza diciendo: “Por fin, algo alegre, limpio, vital…”. O sea, que el teatro universal está contaminado por la pedantería, la falsa profundidad, la hondura mentirosa, el matiz político. Falta alegría, pasión, sinceridad. Esto puede aplicarse perfectamente a España.
‑¿Qué prefiere: el drama o la comedia? ¿Por qué?
‑Ni lo uno ni lo otro. Prefiero la tragicomedia por ser el género teatral más difícil y con mayor tradición española.
‑Su mejor obra… ¿qué significa para usted?
‑Hay varias obras mías que me gustan. Casi siempre me gustan por su sinceridad, por su rabioso realismo.
‑Alfonso Paso autor, actor, director… ¿Qué prefiere?
‑Las tres cosas son muy cansadas. Yo hubiera querido ser médico. Pero, puesto a elegir, me quedo con el actor. Es la pieza fundamental del teatro.
‑¿Qué le gusta más: cine, teatro, televisión? ¿Por qué?
‑El teatro para escribirlo, el cine para dirigirlo, la televisión para verla. Son tres expresivos distintos formidables.
‑¿Proyectos… ilusiones…?
‑El único proyecto serio que puede proponerse uno en España es seguir viviendo. La única ilusión, que te dejen en paz.
‑Juicio universal contra los dramaturgos… ¿Qué obra suya representaría para su salvación artística y humana?
‑Para mi salvación artística, El mejor mozo de España, que es una pieza muy considerable. Para mi salvación humana, Rebelde, que es el más acabado retrato de mí mismo y de un limpio de corazón.
‑¿Cómo define al amor?
‑Lo más grande y lo más pequeño que existe.
 
LA VIRGEN Y LOS HÉROES
Virgen Monumental ‑fragmento‑ de 15m de altura, en piedra blanca. Parte del conjunto escultórico para el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar (Jaén).
Obra del “Escultor para 1965”, de nuestra quiniela de fama, Antonio González Orea, colaborador de “Tanteos’
 
BELLA MYRIAM
Un día floreciste en el tiempo,
el Señor te cubrió bajo su palma.
Y te remansó en el seno de Ana,
sin mácula, toda blanca,
como la vedija esponjosa del cordero lechal…
El pálido amanecer
tuvo envidia de tanto blancor.
Más tarde fuiste joven;
los pliegues de tu manto
se posaban en tus hombros con suavidad de paloma.
¡Toda Pura! Toda hermosa y grácil
como tallo de palmera,
limpia y azul de adolescencia.
Pronto estarás en las cumbres claras de Sierra Morena,
para que dialoguemos en voz íntima contigo…
Muéstranos, siempre,
el camino de tus manos abiertas.
Enciende entre nosotros
los luceros de tus ojos misericordiosos.
Y enséñanos el Amor.
“El monumento, para mí, es la gran preocupación y alegría que supone para un artista realizar una obra de esa importancia; plasmar una idea, sacándole todo el sentido sobrenatural, humano y heroico que en aquel lugar de Sierra Morena se llevaron a su fin último, y que sigue siendo un sitio elegido por la Virgen. Por ello es la figura principal. Ella recibe la ofrenda de las vidas y el dolor, simbolizadas en el grupo en bronce: una victoria ganada que iza un muerto hacia Ella.
Luchar con la materia hasta someterla, encajarla dentro del sentido expresivo que diga a los demás lo que me propuse al concebir la obra”. (Orea).
 
Al HABLA, NUESTRO ALCALDE
D. Jerónimo Garvín Mesa
Hace un año exactamente, cuando nuestra Revista de juventud era un balbuceo literario, nuestra primera autoridad accedió a darle importancia contestando a nuestro cuestionario vulgar. Va nuestro agradecimiento perenne, nuestra lealtad de hoy, incondicionada…
‑¿Cómo ve el presente de la ciudad?
‑En estos días cuaresmales, en los que debemos hacer un examen de conciencia para encontrar la satisfacción y tranquilidad necesarias, veo el presente de la ciudad bastante esperanzador. Son ya muchas las realizaciones que se llevan a efecto y son también muchos los proyectos que se convertirán en realidades inmediatas: edificios, pavimentaciones, beneficencia, viviendas, etc. El regidor de una ciudad debe encontrar como máxima recompensa la satisfacción del deber cumplido, y esta satisfacción es más que suficiente cuando se ha hecho todo lo posible por engrandecer al pueblo que le cupo en suerte gobernar.
‑Díganos algo sobre la Semana Santa ubetense.
‑El nombre de nuestra Semana Santa ha trascendido por España entera: autoridades, personalidades, españoles de todas clases conocen Úbeda y conocen, asimismo, la grandiosidad de nuestro Viernes Santo. Se ha ampliado el Parador del Condestable Dávalos. Tenemos alojamientos para las necesidades corrientes de nuestra ciudad; mas dada la importancia en su aspecto turístico, como nos decía el Director General de Actividades Turísticas días pasados, la iniciativa privada tiene que crear alojamientos, y si la iniciativa privada no responde, iremos a buscar a quien responda, esté donde esté. No se puede perder la oportunidad que se nos brinda del crédito hotelero, cuando para nuestros días de Semana Santa e incluso hasta más de mediados de mayo, las habitaciones de que dispone el Parador están ya pedidas.
‑¿Qué le diría usted a los ubetenses en particular para mejorar a la ciudad que los vio nacer?
‑A los pudientes, que en estos días de Pasión recuerden las doctrinas de nuestro Salvador y de la Iglesia. Que, consecuentes con ellas, no olviden la responsabilidad moral y la cuenta que han de dar de los actos terrenos. No podremos conseguir nuestros propósitos de engrandecimiento si, ajenos a la inquietud y a la convivencia social, no ponen su iniciativa al servicio del pueblo al que aparentemente ‑afirman‑ aman tanto.
A los humildes, que sepan que ellos también forman parte de su pueblo, que son oídos y que el alcalde vela por ellos; y las consecuciones, ya realidad o en proyecto, van encaminadas a su mejoramiento material y sobre todo espiritual: Ambulatorio del Seguro, viviendas, escuelas, etcétera.
 
HORARIO OFICIAL DE PROCESIONES
Harán estación ‑partiendo de las iglesias y a las horas que a continuación se indican‑ las siguientes Cofradías, que recorrerán el itinerario acostumbrado:
DOMINGO DE RAMOS
A las 6 de la tarde, de la iglesia de la Santísima Trinidad,
LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN
(un “paso”)
Entrada en el templo: a las 9.
MIERCOLES SANTO
A las 9 de la noche, de la Parroquia de San Nicolás de Bar¡,
LA SANTA CENA SACRAMENTAL
(un “paso”)
Entrada en El Salvador: a las 11.
JUEVES SANTO
A las 12 de la mañana, de la Capilla del Hospital de Santiago,
LA ORACION DE JESÚS EN EL HUERTO Y NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA
(dos “pasos”)
Entrada en El Salvador y Santa María: a las 2.
‑‑‑
A las 4’30 de la tarde, de la Parroquia de San Isidoro,
NUESTRO SEÑOR EN LA COLUMNA y MARIA SANTISIMA DE LA CARIDAD
(dos “pasos”)
Entrada en Santa María: a las 6.
‑‑‑
A las 7’30 de la tarde, de la Parroquia de San Pablo,
EL SANTISIMO CRISTO DE LA HUMILDAD
(un “paso”)
Entrada en El Salvador: 9’30 noche.
VIERNES SANTO
A las 7 de la mañana, de la Iglesia Mayor de Santa María,
NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO y SANTISIMA VIRGEN DE LOS DOLORES
(dos “pasos”)
Entrada en su templo: 9’30.
‑‑‑
A las 10 de la mañana, de Santa María,
SANTISIMO CRISTO DE LA CAIDA y NUESTRA SEÑORA DE LA AMARGURA
(dos “pasos”)
Entrada en su templo: 12’15.
‑‑‑
A las 12’30 de la tarde, de la iglesia de la Santísima Trinidad,
EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN y MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES
(dos “pasos”)
Entrada en Santa María: 2’30.
‑‑‑
A las 5 de la tarde, de la Capilla del Hospital de Santiago,
NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS
(un “paso”)
Entrada en el templo: a las 7.
‑‑‑
A las 7 de la tarde, de la iglesia de San Millán,
SANTÍSIMA VIRGEN DE LA SOLEDAD y SANTA MARÍA MAGDALENA
(un “paso”)
Entrada en Santa María: 8’30.
‑‑‑
A las 10 de la noche, de la Iglesia Mayor de Santa María, en PROCESION OFICIAL,
EL SANTO ENTIERRO DE CRISTO Y SANTO SEPULCRO
(dos “pasos”)
con la nueva imagen del
SANTO CRISTO YACENTE
obra del escultor Francisco Palma Burgos.
Entrada en su templo: 1 madrugada.
A dicha procesión del Santo Entierro, que será presidida por lasAutoridades Civiles, Militares y Eclesiásticas, acompañan todas las demás Cofradías con sus imágenes respectivas, partiendo de la Plaza Monumental de Vázquez de Molina y constituyendo la
MAGNA PROCESION GENERAL
de tradicional grandiosidad y belleza, que representa la Pasión completa del Divino Redentor, figurando diecisiete “pasos” en total.
Dará escolta, cerrando marcha, el Batallón de la 3.ªAcademia Regional de Instrucción de la Guardia Civil de esta ciudad, precedido de su Banda de Cornetas y Tambores.
DOMINGO DE RESURRECCION
A las 4’30 de la tarde, de la Parroquia de San Nicolás de Bar¡, saldrá la procesión de
JESUS RESUCITADO
regresando a su templo a las 7’30.
 
DIOS A OJO DE HOMBRE
I
El paso del Sepulcro se acercaba al lugar que nosotros ocupábamos. Éramos un grupo algo numeroso de jóvenes que no podían disimular su aburrimiento. Es bastante fatigoso el permanecer durante cierto tiempo en un mismo lugar, contemplando el lento ir y venir de los pasos procesionales…
Uno. ‑Bueno… ¿qué hacemos’ ¿Nos vamos?…
Ella. ‑Espera un poco más ¿no?
Ella estaba a mi lado, cerca de mí, y me sorprendió el oír su voz. Porque me encontraba casi desligado de todos ellos, en un lugar distinto; pensando…
II
Se acercan trompetas y tambores que acompañan al Cristo muerto. Trompetas y tambores; algarabía que rodea el Sepulcro… ¿para qué? Es algo absurdo.
Por eso es lógico creer que Él también se halla desligado de toda esta burda representación; aburrido y descontento de todos cuantos le rodean.
III
…a alguien de ellos ‑al que suele ser siempre el más gracioso‑ se le ha ocurrido un chiste. Es una sátira de un pueblo que hacía la representación “en vivo de la Pasión de Dios… Nos hemos reído mucho; él siempre le comunica una gracia especial a sus dichos…
IV
¿Y qué es toda esa chirigota? ¿Para esto ha muerto Él? Todo lo que nos dio, su vida y su muerte, ¿han servido para esto? Él fue el agente, el que en verdad nos redimió muriendo. Y nosotros ¿qué somos? ¿Somos solamente elementos pasivos que se conforman con recibir sin ofrecer nada; o somos simples payasos, comparsas de esta murga?
V
…Cristo muerto, ha pasado delante de nosotros. Ellas se han arrodillado en señal de respeto y reverencia. Pero yo he leído en sus ojos, vacíos e inexpresivos, que era un mero formulismo.
…Sólo en los de ella he visto que Dios había muerto. He visto, por un momento, el soplo espiritual de la fe…
VI
Cristo no ha vivido y muerto por nosotros. No; no es herejía. Si morir es solamente perder la vida, si vivir significa el paso de alguien a través del tiempo, Dios no ha muerto por nosotros. Y más aún, si nuestra Redención significa un concepto oscuro que intentan explicar los teólogos, algo que nuestra inteligencia nunca abarcará completamente, Dios no es nuestro Redentor.
Porque vida y muerte para Dios significan sufrir y padecer. Y Dios, viviendo y muriendo, nos redimió con sus sentimientos; la Redención la hizo mediante Amor.
VII
Uno. ‑Bien. ¿nos vamos ya?
Yo. ‑Y ¿adónde?
Otro. ‑¿Que os parece el irnos a mi casa?
Yo. ‑¿Y qué hacemos allí?
Otro. ‑Pues… ¡no sé! Tomaremos unas opas… bailaremos…
Yo. ‑Bueno…
¡Qué mas da! Un plan puede ser tan aburrido como cualquier otro.
Me he acercado a ella y, juntos, hemos empezado a caminar. Es hermoso sentirla cerca; amar y ser amado…
VIII
Amar hasta la muerte. Esta es la victoria, el triunfo de Cristo. Y paradójicamente, es también nuestro fracaso. Porque ¿qué representa su Pasión para nosotros? Para muchos, nada; ni siquiera la conocen. Para otros quizá represente el descanso de un trabajo agotador. Otros buscarán la ocasión de lucir sus vestidos. Algunos la de beber y divertirse. Pocos, la de contemplar sus bellos pasos. Muchos quizá lloren viéndole sufrir. Escasos serán los que comprendan su Cruz en el más perfecto sentido.
Pero Él no ha muerto para nada de eso. Y su sacrificio, de extensión universal, ha resultado estéril. Estéril por nuestra culpa. Porque nos hemos limitado a ser simples elementos pasivos de su Redención, cuando de hecho hemos de tomar parte activa en la misma. Pero…
IX
Ella. ‑¿Qué te pasa? Te veo algo raro…
Yo. ‑¿Cómo?… No es nada.
Ella. ‑¿Estás pensando en tus cosas?
Yo. ‑Sí eso es; en mis cosas.
Ella. ‑¿Y estoy yo también entre tus cosas?
Yo. ‑¡Claro!… ¡Cómo no! Tú también estás.
A veces reflexionando sobre mis sentimientos, me pregunto por qué la quiero. Pregunta que no tiene respuesta. No es por su físico, ni por sus cualidades, ni por cualquier otra cosa… Lo único que me resulta evidente, es mi amor.
X
Por un momento se me ha ocurrido que, tal vez nuestra parte en la Redención sea ésta: amar. Amar correspondiendo a su amar. Amar, que no se iguala con sentimentalismo; no es compadecerse de los sufrimientos de Cristo. No es llorar por Él. Amar es algo con mucho más sentido y difícilmente explicable.
Amar a Cristo, no por su muerte ni porque nos haya redimido. Ni siquiera porque Él nos creó y Él nos salvará. Esto, en el fondo, implica cierto egoísmo, y el amor no es egoísta.
Quizás lo que Él nos pida sea amar ciegamente, excluyendo todos los motivos. Amar casi sin saber por qué.
Rafael Blanco.
 
ORACIÓN DE SEMANA SANTA
Estoy deshecho, Señor. Siento que la sangre no me circula intermitentemente sino a saltos bruscos. No coordino. ¿Desde cuándo no estoy tranquilo…? ¿Desde cuándo no hablo contigo?…
Las trompetas, torpes de notas, me han recordado una cita: Semana Santa. He sentido como una llamada de responsabilidad.
Son obstinados los de las trompetas… No se cansan… A ellos les debo este rato de oración. A ellos y a la tienda de capirotes de la plaza: “Capirotes desde quince pesetas”. Este año están más caros.
Luego saldrá todo bien. Las trompetas serán ágiles y los capirotes se mancharán de cera y señalarán al cielo con su dedo puntiagudo. Y el dueño de la tienda, que no venderá todos los capirotes, saldrá ganando porque el año que viene volverá a subir el precio…
Todo este trajín señala el prólogo de tu Semana Mayor. Hoy, Señor, que todo me hace recordarte, quiero pedirte unas cosillas. Soy humano: pródigo en peticiones y parco en entregas. Doy poco, lo sé. Perdóname. Tú sabes que me siento solo. Sabes que cuando miro hacia arriba no encuentro nada más que una pared muy alta en la que al final asoma la eternidad. Me siento impotente para subir. Tú subiste aquel Viernes, ¿verdad? Soy torpe de movimientos y esfuerzos como los de las trompetas…
No creas que es la oración de un desengañado. Todo lo contrario. Tengo esperanza y presiento un Domingo de Gloria tras mi viernes particular. Cuando los otros te paseen por las calles, yo estaré en cualquier esquina para pensar en tu Pasión, en ellos y en mí. Tú sabes que lo que necesito es pensar para darme cuenta de lo que quieres. Ahora que estoy en vísperas de tu Pasión, quiero que oigas estas cosas para que algún día puedas decirme, a mí también: “Esta tarde estarás conmigo en el Reino de los Cielos…”; que en realidad es lo que cuenta.
Manuel Jurado.
 
TIEMPO DE PRIMAVERA
Salutación
Entre la vieja plata de los olivos se oye un grillo: es el clarín de las flores: ya empiezan a estrellar la tierra.
La sangre se afila en sensibilidad… Sierra Mágina se carga de un violeta goloso, romántico. Y la luz y el agua y los pájaros tienen un pulso nuevo… La noche y el aire hilan flores azules sobre el romero. Un duende glorioso abre en flor el corazón de los adolescentes. Es la Primavera: una mañana y un ventanal abiertos al amor…
El ángelus
Mi pueblo es un capricho en el campo. Ahogado en un mar de olivos, no añora nada del mundo, de la ciudad. Tiene dos blancos para la vista y el anhelo: los blancos albores lejanos y el cielo azul transparente. El silencio es sustantivo en el carácter de mi pequeño pueblo campero. Sus calles están enjalbegadas de cal y silencio. Y en la fronda de sus olivares también hay silencio. Algunas veces el mástil de una espadaña deja caer copos de bronce.
Entonces el silencio se ondula y todo se transforma. Es, como si una luz sonora matizase el paisaje… Como si un sonido luminoso, despertara el alma dormida de las cosas. Tiene timbre de evocación legendaria; garbo de pasado medieval. Es el pulso bravo y sereno de la Meseta.
Tres veces al día llaman las campanas a florecer las rosas. Tres veces al día queda roto el silencio; el éter se riza de vibraciones y todo se traspasa de hondura y de misterio.
Al alba ‑no sé si desde el cielo‑, las campanas revestidas de amanecer, abren la flor primera… Y se abren los ojos a la luz y el alma a los cielos, florecidos los labios con el Ángelus.
Bulle la vida en medio del día. El sol, allá en lo más alto del cielo, fijo a plomada sobre yuntas y labriegos, se pulveriza en oro. Afanoso el espíritu en el trabajo, se ha desteñido de luz, contagiándose de materia. Y otra vez los nidos de bronce que guardan todo el silencio de la llanura, sueltan sus palomas sonoras. Se posan con ritmo de nevada en el poblado, en el barbecho, en los trigales, en la frente del campesino, refrescando de piedad y de belleza la fatiga del día.
Y allá en el ocaso de la tarde ‑púrpura y oro‑ también se deshoja el silencio de las campanas. Tocan al Angelus… Hora de abandonar la besana. Esta vez el tañido espacioso no se desdobla sobre los campos. Se pierde en la altura, regándola de luceros que tiran de los ojos.
Bello tríptico: tres piropos divinos a una Virgen reina. Tres bellas horas; las más bellas en el jardín de las horas. Al alba: crepúsculo de la paloma. Al mediodía: cenit de Apolo. Al ocaso: crepúsculo del cuervo. Tres toques de campana sobre un mar de silencio. ¿Poesía nada más? Conmemoración, historia de una nota extrahumana que sonó allá en los siglos. Los hombres no la pueden aprisionar en sus moldes literarios. Escapa la expresión de todas las artes… Encierra un tema divino; es un historial de amor el preámbulo de unos desposorios… Suena a capricho de Olimpo: un Dios poderoso pide amores a una jovencita recogida y pobre. Quiere desposarse con ella para hacerla Madre de su Hijo…
“Dominus tecum” ‑afirmó el divino emisario. El Señor está contigo, el único Señor; te tiene empapada de Sí mismo; eres como una esponjita perdida en el mar de Dios.
Desgranó otra estrella del collar: “Benedicta tu in mulieribus”: Bendita entre todas las mujeres. Y la rubia nazarena se encendió al oír aquellos requiebros.
‑¡No temas, Myriam! ¿Te extraña que, colmada de gracia y atado el Señor a tus encantos, seas eminente entre todas las mujeres? Los hombres no toman del estercolero las ortigas que le cubren; se llevan la rosa que entre ellas sobresale. Dios también gusta de lo mejor. Por eso has hallado predilección ante sus ojos…
Y después del rico presente, exordio de la idoneidad de Myriam, la embajada, una proposición de amores: “Concebirás en tu seno y darás a luz a un Hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Grande ya, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de su padre David; reinará eternamente en la heredad de Jacob… Su Reino no tendrá fin”.
Israel vivía ya siglos de la espera de una promesa: El Mesías. Por germinarle en su seno, dejábanse roturar con alegría las esposas vírgenes; y el varón sentía como una infamia la esterilidad de la mujer. Myriam, la bella desposada con Iosep ha cerrado sus entrañas a toda posibilidad mesiánica con un sello divino: ser toda ‑cuerpo y alma‑ sólo de Dios… No la ofusca la promesa y alza el dique de una objeción: ¿Cómo puede ser? Yo no conozco varón”.
Y el Angel arrasó la dificultad: “El Espíritu Santo descenderá sobre tí; te inundará la virtud del altísimo. El que nazca de ti, Santo, será llamado Hijo de Dios. Para Dios nada es imposible; Isabel, la estéril, ya va por el sexto mes”…
Rendida Myriam, se humilló como una sierva al deseo de su Señor: “Ecce ancilla… Fíat”: hágase.
La historia del Cielo se extiende entre dos “Fíat”. El primero en la mente de Dios, abrió el circuito de la creación y el mundo se iluminó de seres. Otro “Fíat” en los labios de María remansó en sus entrañas el torrente creador del Espíritu Santo. Y Dios fue sembrado en el surco del tiempo dentro del vientre virginal de la esposa de Iosep
Esta es la historia de unos amores; de los amores del cielo y de la tierra; de los amores de una aldeanita doncella con Dios… Siendo verdadera, parece truncada de un rosal de leyendas, allá en el jardín de los dioses y de las hadas. Este es el capítulo que la vieja fantasía helénica no halló en su tintero. Este es el motivo del Ángelus. Horas y campanas, alegría y fervor en la tierra. En el cielo…
Contad esta historia a todas las gentes, que nadie la ignore. Y a los niños que tienen el alma pura y los labios limpios, enseñádsela de memoria. Que la aprendan con sabor de cuento y certeza de realidad.
Más tarde, encallecida quizá la superficie del alma, al toque de la campana, se estremecerán de evocación y de piedad… Y acaso les florezca, como en el silencio de la Vieja Andalucía, una flor de lis en el alma: El Ángelus.
 
EMPEZAR
¡Quién pudiera empezar!
He enterrado mis sueños
en el pozo profundo del olvido;
he vertido mis lágrimas,
amargas de pecados, en el mar;
mis amores, mis odios los he dado
a los vientos eternos del pinar.
He quedado desnudo
al borde de mi noche…
¿Y ahora qué? ¿Empezar?
¡Quién pudiera empezar!…
Los sueños se marchitan con el alba,
las lágrimas son agua y van al mar,
los odios, los amores se hacen viejos…
Pasa el tiempo y allá,
en el fondo del hombre,
se desnuda su alma: ¡Libertad!
¿Y después, qué? ¿Empezar?
¡Quién pudiera empezar!
¡Queda un vacío tan grande aquí en el fondo!
¡Tan grande y tan difícil de llenar!…
                        ‑‑‑
Cuando el viento arrastre con tus flores,
aunque estén mustias ya,
dile adiós con el pañuelo de tu alma
que jamás volverán.
Jesús de Haro.
 
CÁNTICO
He cantado en las honduras de mi alma
la tristeza de las cosas que se fueron,
la callada elegancia de esas cosas…
que apenas existieron.
Los árboles recién secos,
con la sabia aún caliente
en sus venas de palo.
El amargor de unos besos
que apenas fueron más…
que promesa y desengaño.
Las cenizas recientes y las hojas,
y los niños que mueren sin saberlo
…y las ilusiones.
Los payasos viejos,
los caminos que radie camina
los ríos secos…
y el barro
eternamente muerto.
He cantado en las honduras de mi alma
la tristeza de las cosas que se fueron,
la callada elegancia de esas cosas…
que apenas… si sirvieron.
Jesús Ferrer Criado.
 
RECUERDO…
Ya ves:
Apenas empezar me canso.
Debo estar viejo y mi memoria inútil,
pero recuerdo aún el tiempo aquel
en que los dos rompíamos las hojas verdes
con dientes demasiado fuertes.
Me duele la cabeza y la humedad me cubre el rostro,
pero no es nada; mi cansancio se duerme así,
casi llorando, y sigo recordando cosas viejas;
las flores se rompieron también, ¿tú lo recuerdas?
Las manos, mis manos ¡cómo tiemblan!
Hubo vides con pámpanos y uvas
y tordos que cantaban su color, pero no,
no recuerdo bien este pasaje; y es que quizás llovía
o que los tordos se callaron
o que nosotros olvidamos su canción.
Las hojas las rompimos y eran verdes,
y las flores de color, mejor de mil colores, perecieron,
y las vides y los pájaros cantaron
y no recuerdo más.
Ya ves:
Apenas empezar estoy cansado
y mi memoria, inútil, no sabe recordar.
José Antonio Merialde.
 
RENUNCIA
El sol estaba ahí,
en una esfera muy alta
‑ojo que mira y no ve‑
ebrio de azul y de calma.
El sol, en su profundo verano
estaba
madurando mis quimeras y ambiciones
mis anhelos, mi idiosincrasia…
Y de repente,
como una blasfemia,
un soplo de lluvia y de viento
me cruzó la cara.
                        ‑‑‑
Viento: llévate, si puedes,
mis deseos y mis ansias
mis más adorados sueños,
mis aspiraciones vanas.
Y déjame sólo tu lluvia
‑bautismo de realidades‑
para que me limpie el alma.
¡Déjame, solo… conmigo,
vivir sin una esperanza;
vivir plenamente el hoy
pues quiero morir mañana!
Rafael Blanco.
 
METEORITOS
Por Inédito Pérez.
‑El amor, hace su agosto en primavera.
‑¿Será bautizo incompleto el del bodeguero que pone nombre a su vino?
‑¡Señor!… ¡Sálvanos, que Perec‑emos!
‑Aquel hombre, amaba tanto, tanto a su vino, que antes de venderlo, lo bautizaba para que fuera al cielo…
‑La rebeldía es virtud, y la obediencia “ser‑vicio”.
‑“Esculpir” en público, no es un arte, sino una desvergüenza.
‑Se declararon en huelga por no tener para “juerga”.
‑Un rico ingeniero tiene en proyecto aumentar el ojo de las agujas… ¿Por qué será?
‑En algunos hoteles en lugar de “minuta” deben poner “horuta”… A juzgar el precio.
‑A ese señor le gustan mucho todas las viudas, menos la suya, claro…
‑Para contradicción, la del otoñal, que se enamoró en primavera.
‑Y para romanticismo moderno, el de Ruipérez que se enamoró de su robot…
‑Sólo hay una manera de cantar bien al amor, pero no la digo, no sea que esa también la aprendan los románticos.
‑El poeta al asesino de Margarita: “¡Morirás, burro: has devorado su corazón en odio!”.
‑“A mal de muchos, consuelo de enamorados”.
‑Infinitivo: amar; gerundio: armando… (examen de ingreso… al amor, claro).
‑Era una cigüeña tan educada que cuando trajo un niño al mundo le puso aquello de “caduca al año”.
‑Lo guillotinaron porque siempre le gustó mucho “descollar”.
‑El único defecto de la democracia americana es que casi todas las votaciones se hacen “en blanco”.
 
EN BUSCA DEL ARQUETIPO PERDIDO
EDUCACIÓN
En lides de educación, la causa ejemplar es, desde hace mucho tiempo, “la caporala”, entre todos los factores educativos. El machacado exempla trahunt, el ex ópere operantis del educador, la ósmosis de ambiente… son diversas expresiones de un mismo complejo educativo. Concurren a encarecer la fuerza motora, desencadenante de un motivo, de un objeto real, concretizado, sobre el sujeto de la educación.
Ciertamente, la auténtica educación es siempre ejemplar. No puede haber funcionarios educativos. Al niño, al educando, se le moldea, se le conforma con la verdad. Y la verdad es claro que no admite funcionarios. Exige ministerio; exige culto. Reclama entrega absoluta hasta la identificación con ella. Los pedagogos nos lo dicen desde todos los rincones y aún a la Biblia misma se encaraman para gritárnoslo con más fuerza. A los mandatos con que los antiguos profetas conminaban al Pueblo Escogido, le hacían poca mella, a pesar de autenticarlos siempre con el háec dícit Dóminus, rúbrica de Yaweh.
La transformación medular y masiva empezó cuando vino Dios mismo, en Cristo, y cambió el háec dícit Dóminus por imitatores me¡ estote, ‘Dios nos hizo así’; y condicionó la perfección del grado de semejanza, alcanzada a pulso de voluntad, con Cristo, ejemplar absoluto y último de todo. La educación que, al fin, es una perfección parcial, preparatoria, la sometió normalmente al manejo de esa palanca que llamamos imitación; incluidas, como complemento de este mecanismo, la afición, la reacción, compensación… De aquí que como nervio vital de la educación se mantenga la identificación del educando con el modelo propuesto. En otras palabras: la educación es la resultante de la capacidad, por parte del sujeto, para entusiasmarse prácticamente con el modelo; y de los estímulos y medios moderadores en el acoplamiento entre educando y el arquetipo que copiar. Esta fórmula vale, según Ortega y Gasset, aún como mecanismo elemental estructurador de toda sociedad: Ejemplaridad por parte de unos pocos y docilidad de otros muchos son, bien articuladas, el proceso perfectivo de toda sociedad. Y aquí está el valor social del héroe, del egregio… y la conveniencia de servirles a las masas, en momentos sensibles y perdurables: estatuas, películas, biografías…
Qué fácil hacer hombres así. Tómese un modelo cualquiera: Alejandro Magno, por ejemplo. Desempólvesele de leyendas hasta dar con su personalidad definida. Entonces se fumiga el ambiente con su espíritu, su vida, milagros, estatuas… Cuando todo esté saturado, estimúlese a los niños para que aspiren profundamente las emanaciones del modelo que plasmar. A la vuelta de unos años pulularán pléyades de Alejandros, aunque sean a más reducida escala.
Quizá esta adhesión sin condiciones al modelo idealizado, arquetípico, sea efecto de una táctica muy pedagógica: presentar los valores de suyo abstractos, en tipos concretos. Nada llega mejor a las masas y a los menores que la forma. Acaso sea una secuela prolongada de la mentalidad renacentista: idealiza ésta eliminando los rasgos individuales tras un esquema de perfección arquetípica.
La dificultad empieza cuando se piensa en la selección de modelo. Y continúa al tratar de fijar cualidades, dosis y oportunidad del patrón en orden a las predisposiciones, idiosincrasia y edad de los formandos, y no cese la dificultad, ni aún supuesto el postulado ideal de la imitación del grupo con su modelo. Entonces surgirían las series, las seudopersonalidades en serie. En la imitación se deserta de la propia personalidad y se finge ser otro que en realidad no se es: ¡comedia!, ¡máscara! Parece, además, que va contra la inagotable variedad de Dios, que ni siquiera quiso acuñar dos manos, dos rostros iguales. Entonces, sí que aparece aséptica la ilusión esa de la educación por el modelo. Y, sin embargo, si yo fuera jesuita, anhelaría parecerme a San Ignacio; y si yo fuera torero, a Manolete; sin desertar, claro está, de mi personalidad; esto sería tanto como negarme a mí mismo y despreciar el don que Dios me dio como el más apropiado para mi trabajo y misión.
La cosa sigue enmarañada. Quizá tendiéndola sobre el telar de la relación, aclaremos algo los conceptos. Como en toda relación hay un término, sujeto y fundamento. El término es, ni más ni menos que un valor encarnado. Convendrá, antes de nada, hacer una separación minuciosa, devota entre el valor y la persona, valiosa porque lo subyugó. Analizar después los quilates del valor, que es tanto como decir su cualidad, rango y materia. El valor es, sin duda, la perla sin concha donde madurar.
El sujeto, un niño, potencial de personalidad que se está fraguando en la aleación temperamento‑educación y que goza innatamente de unos derechos inalienables a ser auténtico y a vivir inscrito en un lugar y tiempo determinados.
La identificación como fundamento no puede ser mera copia. Sería un plagio de otra personalidad ya realizada en su tiempo; quizá una copia anacrónica y desvalorizada como una mala réplica de la obra genial…
Si la identificación es asimilación, incorporación personal de unos valores positivos, perfectivos, trascendentes, como quiera que éstos no flotan en el éter sin sujeto de inhesión, hay que buscar al portador de tales valores. Hallado el hombre que los engasta se le puede proclamar factor, mentor de la educación; él puede prestarnos el método y la experiencia triunfante en la búsqueda y la maduración de la perla que husmeamos. Más aún, será un estimulante vivo para el esfuerzo tras el valor que encarna.
Sólo así, parcialmente se puede hablar de la educación por medio de la identificación. Más propio, quizá, sería hablar de adaptación de aptitudes, aspiraciones, tras un valor que sólo en Dios es absoluto. Porque apoyada sobre la piedra sólida de la experiencia, la educación sigue consistiendo en dar con la fórmula distinta, precisa, que ayude a cada personalidad a realizarse auténticamente. Cumpliéndose así el viejo precepto pindárico, “sé el que eres”.
Esto nos hace retornar siglos hasta el bueno de Sócrates para que nos recuerde el oficio del maestro en la educación: testigo, partero de la nueva personalidad a cuyo alumbramiento no debe acudir con otro instrumental que la confianza y la autoridad en su justo equilibrio. Autoridad no es represión violenta, absurda. Es la enseñanza gradual de la renuncia voluntaria. El hombre madura cuando empieza a saber decir que no.
La autoridad de inhibición, sin motivos razonables sólo puede fructificar en la despersonalización deprimente o educadora; o en rebeldía revolucionaria. Una y otra agostan la confianza, imponible la afluencia vital, el entusiasmo espiritual identificante entre los que saben y los que aprenden. Cuando esto suceda, la obra del maestro suscita automáticamente el resultado contrario al apetecido en sus sistemas y fines. Y sus modelos y su propia ejemplaridad personal despiertan una cruel reacción en el sujeto reprimido. Es la ley universal de las reacciones. La Humanidad discente es un organismo joven, vivo; goza de la condición inexorable del hastío para los estímulos vanamente dolorosos; y al mismo tiempo se rehabilita pujante para los estímulos opuestos. Es ley sabia de la Madre Naturaleza para liberar al ser de la anomalía por saturación de impertinentes elementos.
¡Lástima que el adolescente, inexperto, en su guerra se parapete, sin discriminación, contra todo lo que, pertinente o impertinente, proceda de la autoridad vidriosa!
El maestro ha de ser valiente y fiel para no desviar la personalidad que le hace entre las manos, por sus caminos preferidos; para no marcarla con sus transferencias, proyecciones, automatismos… Hincado de rodillas venere los derechos del niño a ser un pequeño Yaweh, el que es. Cifre su ministerio en combinar rectamente la premisa fundamental de temperamento y tendencias del niño, con el ambiente y la experiencia; y espere con entusiasmo la gran conclusión: el hombre personal, maduro, capaz de decir sí y no en coherencia con la Verdad.
 
PRECOCIDAD SEXUAL Y MADURACIÓN TARDÍA
Al habla con un Director de Jóvenes,
el P. Jesús Mendoza SJ
‑Padre, usted que está en contacto con la juventud desde que es sacerdote y además sé que lee lo que puede sobre temas juveniles, dígame su juicio. ¿Está usted en favor o en contra de la juventud actual?
‑Mi juicio es más positivo que negativo. Tal vez influya mucho en él la circunstancia de convivir con jóvenes que se esfuerzan seriamente por superase.
‑Se escribe bastante sobre precocidad sexual. ¿Su opinión?
‑Un hecho indiscutible, comprobado científicamente, pero no un hecho alarmante. Se trata de una anticipación del desarrollo total de la persona en el cuerpo y en el espíritu, en la carne yla sangre, en la sensibilidad y en la mente. El proceso de desarrollo se inicia aproximadamente año y medio antes que hace medio siglo. Hay que tenerlo muy en cuenta al aplicar los tests, dar consejos, escoger lecturas y estudios.
‑¿Ysi no hay equilibrio, porque tan sólo se anticipa el desarrollo de lo típicamente sexual?
‑Entonces nos encontramos ante un caso patológico de precocidad sexual. El médico tendrá que orientar al psicólogo y al sacerdote.
‑¿Aqué causas se debe este adelantamiento del desarrollo?
‑No he leído demasiado sobre las causas. Sí es claro que los niños se alimentan mejor y hay más higiene y mejores remedios para las enfermedades infantiles y de los progenitores. Creo que se debe más a un prematuro despertar del espíritu ante el acoso casi continuo dela imagen en el cine, la televisión, la prensa y la radio. Toda esta riquísima ideación tiene que obrar con enérgico dinamismo sobre el complejo glandular que rige la evolución del ser humano.
‑¿Por qué ve usted con optimismo este hecho?
‑Lo considero más providencial que resultado de una mayor corrupción de costumbres. Para adaptarse a un mundo en ritmo progresivamente acelerado de progreso y con una problemática cada vez más compleja, se necesita más tiempo de preparación. Los elementos integrantes de la persona ahora se despiertan y enriquecen antes. El proceso de desarrollo se inicia antes y es más estimulado.
‑Sin embargo, se habla mucho también de maduración tardía…
‑También es verdad y ahora sí que estamos frente a un problema que requiere el máximo interés por parte de educadores y jóvenes.
‑¿Por qué a los jóvenes de ahora les cuesta madurar mucho más?
‑Porque estamos sometidos a un ritmo de progreso cada vez más rápido, no solo en la ciencia y la técnica, sino en los medios de comunicación e información y en los sistemas organizativos (las famosas estructuras) de nuestra época, en continua ebullición. No es fácil adoptar posturas definitivas en nuestros lustros, marcados por la automatización, la rápida socialización y una agobiante avalancha de información, que nos hace presentes a muchos fenómenos realmente lejanos a nuestros pueblos. La mayoría de los problemas tienen repercusión mundial, son perceptibles en todas partes y exigen un planteamiento a escala mundial. Pasaron los años de una cultura estática que permitía formar reposadamente a los jóvenes. Quien no quiera vibrar con nuestra época, se ha estancado, incapaz de educarse y de educar. He oído decir al P. Garmendia Otaola que hoy es más difícil instalarse en el tren de la vida, cada vez más magnífico, pero también más rápido y que pasa sin detenerse.
‑¿Cuál cree usted que es la misión del educador ante esta problemática?
‑La actividad educadora, hoy como siempre, tiene una profunda significación. Hace falta que auténticos educadores conozcan, sí, las particularidades psíquicas de los jóvenes actuales, pero que pongan más ilusión y empeño en descubrir las exigencias del futuro y orientar según ellas a los jóvenes. Hay que buscar rutas para las realidades de dentro de 10, 20 y más años. Por eso admiro y respeto a los hombres pioneros de la Enseñanza Profesional hace 25 años en España y que hoy hablan ya a la juventud de una industria automatizada y de una socialización vastísima que supera la lucha de clases.
‑¿Qué valores más permanentes y definitivos recomienda usted a la juventud actual?
‑La religión, y más en concreto, el cristianismo concebido positivamente como un gran amor y un gran servicio a Dios y a los hombres, una idea altísima del amor humano; el espíritu de superación y de trabajo; un gran sentido de fraternidad universal que se expresa especialmente en el amor a la patria, pero que supera los nacionalismos exagerados; una confianza alegre en las posibilidades de la época en que Dios ha querido que vivamos.
 
NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS…
Nada determina a un hombre como sus aficiones particulares, y ningún exponente más claro del gusto que las colecciones. Dime lo que coleccionas y te diré lo que ambicionas. Y es que a todo el mundo nos gusta coleccionar algo… De niño se coleccionan cosas: cromos, piedrecitas lisas, cuarzos, vidrios de colores… Al estrenar bigote, se atrapan autógrafos, fotografías de actrices, de amigas o de las propias hermanas; luego, se las exhibe como prendas de admiradoras. De hombre, con los intereses de la edad, varían los objetos que coleccionar. Algunos revuelven desvanes y tenduchos para dar con quinqués antiguos, espadas herrumbrosas… Otros recaban viejos relojes mudos. Y los hay que gastan un fortunón en porcelanas y chinerías. A estas alturas de la edad, la mayor parte de los humanos se consagran, encandilados, a una colección particularísima: coleccionan billetes; billetes de banco. No importa la falta de variedad; más aún, es la única colección cuyo valor sube con la repetición indefinida.
Los viejos, ¡pobrecitos los viejos!; éstos coleccionan recuerdos y achaques…
Me gustan los ríos porque siempre caminan, siempre se renuevan y se conservan jóvenes. Son, en su fluir gozoso a la mar infinita, como el amor, como la vida, incontenibles. Siempre que veo un río, me gusta acercarme a él; escucho su voz: sus historias; camino por la solapa de sus riberas y, si puedo, me dejo abrazar por sus aguas. Si no puedo, me conformo peinando con mis dedos la melena de sus aguas. Me esfuerzo siempre en intimar con los ríos. Me gusta captarle a cada uno su íntimo perfil. Aunque todos llevan agua a la mar, no hay dos ríos iguales. Ni es la única diferencia la mayoría o minoría de edad que los clasifica en ríos “caudales”, secundarios, afluentes…
¿Qué sería de la tierra sin los ríos? No podría vivir. Son como otras tantas aortas que la vivifican y riegan de flores, de mieses, de libélulas, y cañaverales verdes… Siempre fue un regalo de los dioses vivir junto a los ríos. En la Prehistoria, los ríos eran pan, pesca, caza… Fue el primer espejo donde el hombre y la mujer vieron sus cuerpos desnudos y se hallaron bellos. Después… ¿dónde hubieran soltado los griegos a las ninfas? o ¿cómo hubiera matado Shakespeare a Ofelia sin el vals de la corriente y las flores y el cauce de la ribera?
Dicen que las ninfas han huido de los ríos, asustadas por el ruido de los motores… Pero, si en el amanecer de un día claro os acercáis con inocencia a algún río, atisbaréis más de una, levantándose entre cendales de neblina plateada, bajo lluvia tamizada de oros, entre vapores de luz verde, rosa… Es lahora pudorosa que toman para bañarse. Es la hora de los ríos… ¡Qué muestrario de colores indecisos! Cada día parece que se levanta una primavera ninfa, virgen, del cauce de los ríos. Más tarde toda la naturaleza parece que viene bulliciosa a mirarse en sus platas. Yo prefiero en mi colección de ríos, las acuarelas matinales.
 
Redactores: Jesús de Haro, Tomás Galdón, Manuel Cubero, Antonio Flores, M. G. Martos y José Lorite. Dibujos: Antonio G. Orea yMiguel Cano.
Portada. Marcelo Góngora.
TANTE0S ‑ Apartado 5 ‑ ÚBEDA (Jaén)

 
Solapa
Toda obra grande y hermosa se presta al ensueño y al orgullo, a veces estériles y nocivos, por parte del autor. Si no lastráis vuestra imaginación juvenil con objetividad y hechos conducentes al triunfo, nuestra causa se desvirtuará gravemente.
Soñad por las noches, pero realizad vuestros sueños durante el día. Soñad con un equipo de héroes, pero no dejéis pasar un solo minuto, una sola ocasión, sin practicar el heroísmo. Y al fin de la jornada, cuando hayáis triunfado, no os contempléis para vuestra gloria, con egolatría venenosa… Dad gracias a Dios que os ayuda a templar el instrumento de vuestra persona para las grandes horas de vuestra vida.
Sentíos responsables los unos de los otros. Que nadie malogre sus energías, sus ilusiones, su tiempo, sus talentos, no ya en el pecado, ni siquiera en distracciones yermas y deformantes. Haced de vosotros hombres ejemplares en el cuerpo, en el alma y en todas sus potencias para servir de guías y modelos a cientos de miles de jóvenes.
Vivid siempre en la altura. Si es necesario arrancadle a la luna sus calzos de plata para caminar mejor.
Colgad el corazón en las estrellas y vivid en tensión hacia el futuro: Un mundo en paz. Una España feliz. Una juventud andaluza más responsable de su alegría…
[Jesús María Burgos Giraldo.]
Depósito Legal: J – 13 – 1964
23-06-05.
(60 lecturas).

Deja una respuesta