Hector Berlioz se enamoró locamente de la actriz irlandesa Harriet Smithson cuando ésta actuaba en el Odeón parisino y vierte su pasión en la célebre Sinfonía Fantástica compuesta en 1830. Antes de su estreno, envió a la prensa un programa que explica este drama instrumental en cinco movimientos. Nos encontramos ante una obra sin par en el mundo musical, toda ella llena de fuerza expresiva, que cautiva a quien la escucha. Tras ser estrenada en el Conservatorio de París, fue corregida y aumentada con el monólogo “Lelio o el retorno a la vida”, con el que forma el conjunto titulado “Episodio en la vida de un artista”. Veamos sus movimientos con algunos detalles:
Ensueños y pasiones
Un joven músico se enamora de la mujer que “reúne todos los encantos de ser la mujer ideal”. Bajo los efectos del opio, aparecen alucinaciones y delirios amorosos: celos, ternura, furor, consuelo… Un tema motor de toda la sinfonía, que ya Berlioz utilizó en su época adolescente, expresa el amor ideal y se encadena al allegro appasionato que tiene cierta parentela con la introducción. Todo conduce a una música exuberante y de la más intensa difusión lírica, para concluir en la calma del consuelo religioso.
Baile
El artista ve a la amada en medio de una alegre y brillante fiesta. Se baila un vals y ahora el arpa adquiere un deliberado protagonismo dando un toque de elegancia a la reunión, aunque la fiesta termina con loco frenesí.
Escena en el campo
Cuando se escucha un dulce dúo pastoril (oboe y corno inglés) en una calurosa noche de verano, la “idea fija” viene a enturbiar el idílico instante: la felicidad es amenazada por negros presentimientos. Es la parte lenta de la sinfonía. Una larga melodía en la cuerda expresa la ternura y esperanza del músico enamorado. La imagen de la amada aparece en los violoncelos y fagotes y ruge la tormenta (Berlioz, que acaba de escuchar la Pastoral de Beethoven, pretende que sus sonidos imiten a la naturaleza). Y tras la tormenta, vuelve la serenidad bucólica del comienzo.
Marcha al suplicio
La excelente instrumentación de todo el movimiento es capaz de estremecer al más frío. Berlioz sueña que ha matado a la amada y es conducido al cadalso. La idea fija viene a expresar su último pensamiento de amor. Ahora predomina lo fantástico. Se oyen dos temas contrastados: la cuerda grave y sombría representa a la justicia implacable y la fanfarria que estalla con violencia en los instrumentos de viento es la marcha al suplicio. Todo acaba al caer de la guillotina.
El sueño de una noche de aquelarre
El desgraciado músico participa de su propio funeral entre extraños ruidos, risotadas y llantos. La melodía de la amada aparece con aire de danza chabacana y grotesca, mientras se celebran los funerales parodiados por el Díes Írae. Es la parte más desenfrenada y visionaria, repleta de alucinaciones producidas por el opio. Los aullidos de trombones, unos lúgubres toques de campanas y la danza del sabbat dan a esta conclusión un toque apocalíptico.
Esta Sinfonía Fantástica, que ya entusiasmó a músicos como Wagner, Liszt o Richard Strauss, sigue ocupando un importante lugar dentro del repertorio universal y, por su intensa emotividad y el relieve de su orquestación, es considerada una verdadera obra maestra del Romanticismo.
22-07-05.
(34 lecturas).