“Los pinares de la sierra”, 185

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3. La prudencia no es suficiente, pero ayuda.

Sin poder ocultar una sonrisa, la señorita Claudia se le quedó mirando, calló por un momento y dijo, finalmente, en un tono claramente mordaz.

―No te preocupes; en caso de que tu ausencia le provoque un trauma emocional, cuando vuelvas a Lugo con la pasta ya verás cómo se recupera. ¡No hay mejor medicina!

―Pero ¿me quiere dejar en paz, señorita? ¿Le he dicho yo a usted alguna cosa para ofenderla?

Velázquez se echó a reír, y Portela intentó poner fin a la disputa.

―A ver, Fandiño; vamos a repasar tu papel. Queda claro que mañana a las ocho te espero en mi despacho. ¿De acuerdo?

―Afirmativo.

―¿Tienes el uniforme de segurata y la “pipa” para Ezcurra?

―El uniforme, afirmativo; pero a ver de dónde saco yo una pistola.

―Joder qué pregunta. Pues compras una imitación en cualquier juguetería.

―Vaya imaginación que tiene el “prenda” ―comentó Claudia en voz muy baja—.

―¿Ya estamos otra vez con las indirectas?

De nuevo tuvo Portela que intervenir.

―No seas tan susceptible, coño. ¿Has llamado a la agencia de limpieza?

―Afirmativo.

―Y ¿has recordado a los del equipo que lleven la escalera, la bolsa, el cubo, los trapos y el resto de cosas que te dije?

―También afirmativo. Ayer pasé por el quiosco de Martini, le di la llave de la puerta trasera y quedamos en que ellos llegarían a las ocho de la mañana. Por cierto, que también estaba allí Eduardo Villa con los paquetes. Todo quedó muy claro.

―No estaría yo tan segura ―dijo la señorita Claudia en tono apenas perceptible, con una sonrisa dubitativa—.

Fandiño vaciló un momento; pero, al final, se dirigió a Velázquez muy enfadado.

―Oiga, ¿le quiere decir a la señorita que me deje en paz? Vamos; que hoy la ha tomado conmigo.

La prudencia no es suficiente, pero ayuda ―decía Roderas―. Portela contó hasta diez antes de intervenir. Era necesario mantener la calma y ser amable hasta que todo hubiera concluido.

―Sigamos, por favor. ¿Está seguro de que Gálvez confía plenamente en usted?

―¿En quién has dicho?

―¿En quién va a ser? Pues en usted.

―De eso no estoy muy seguro que pueda ser afirmativo.

―¡Lo avisé! ―dijo Claudia, girando la cabeza para ocultar una carcajada—.

Apenas quedaba nada por comentar, cuando apareció Martina, maquillada con una crema que resaltaba la perfección de su rostro y el brillo deslumbrante de sus pupilas, con su elegancia y su porte de superioridad.

―Señores, por mi parte no tengo nada más que decir ―dijo Portela, dando por finalizada la reunión―. Mañana es el gran día y espero que el martes por la noche nos veamos aquí, para repartir el dinero y celebrar el resultado. Muchas gracias a todos por vuestra colaboración, ¿Alguna otra pregunta?

Se desearon suerte; Velázquez y Claudia abrazaron a Paco y a Martina, y Fandiño volvió al asunto antes de marcharse.

Portela, te juro que te puedes fiar de mí; si algo sale mal, acuérdate de que siempre he estado de tu parte y te he sido fiel hasta el final. ¿Vale?

―Esperemos que todo se resuelva cuanto antes y que el mesón funcione de maravilla. Relájate, pero no olvides que mañana temprano te espero en el despacho.

roan82@gmail.com

 

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