Degradación

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

Hace tiempo, en mi pueblo se instaló un servicio de bicicletas públicas en alquiler. Todo muy bonito y cívico, porque se brindaba un servicio europeo y ecológico. La releche que era. Advertí que, según mi malicia congénita, aquello no duraría… Había dos causas principales: que la población no estaba preparada precisamente para ello, dado el nivel cívico existente en la localidad y que se necesitaría estar muy pendiente en la gestión del invento, lo que implicaba personal y vigilancia. Creo que no hace falta decir que mis maldades se cumplieron y que se hizo un gasto innecesario.

Pero, claro, era dinero público y eso parece ser que es dinero milagroso que nace por partenogénesis. Y, se ve, que a nadie le dolió ni nadie pidió responsabilidades (y menos aún aparecieron o se declararon responsables).

Leo que al funcionario de la Junta que destapó el caso de los ERES y sus canales, riachuelos y meandros por donde se escapaban cientos de miles de euros públicos, se le ha abierto expediente disciplinario. Hombre, como medida de aviso para caminantes no está nada mal; al que mueva las alfombras le caerá toda la porquería.

El llamado “sheriff” (jefe de la policía municipal) de Coslada queda exonerado de las graves imputaciones contra él y su banda, por considerarse las pruebas no aptas judicialmente (¡ojo!, ¿todas las pruebas?) y se va de rositas. En Mallorca, tiemblan quienes –en otro caso de corrupción, que implica a la policía municipal y a un capo de la noche–, se atrevieron a denunciar.

El actual gobierno le pone una multa irrisoria a la empresa gestora de la autopista de peaje A-6 por el colapso de la gran nevada, cuando solo el gasto del empleo de medios estatales (guardia civil, UME, etc.) superaría con creces la sanción. Pero, claro, ¡qué casualidad!; es que la norma que regula estas situaciones es de los inicios de los setenta del siglo pasado (cuando solo había autopistas de peaje en Cataluña y poco más) ¡y a nadie se le había ocurrido actualizar esas sanciones!, a pesar de los kilómetros de autopistas y autovías construidos en la actualidad; es para mondarse de risa, si no fuera porque se trasluce otro paisaje detrás de esta desidia.

Los casos judiciales, “Manada” y demás incluidos, nos salpican cada día y muestran los fallos del sistema, dejado de la manos de legislaciones obsoletas, no revisadas, más pendientes de la redacción retórica y de la selva de términos incomprensibles, ambiguos o inaplicables, que hacen que los jueces (y juezas) hagan de su capa un sallo y lo mismo se atienen a lo estrictamente escrito y de ahí no los mueve nadie (con sentencias que establecen penas; pero, para las cuales inmediatamente, piden el indulto a sabiendas de que son barbaridades) que luego empiezan a dárselas de intérpretes de la gracia divina y retuercen las normas y las letras hasta lograr lo contrario que la razón y la lógica indican. Por supuesto que, cuando un magistrado emite una sentencia desconcertante o se descubren fallos enormes en la aplicación del sistema (con inocentes afectados), nadie pide ni declara responsabilidades específicas y nominales; que pague el Estado y punto.

También, en lo anterior se vislumbra un cierto interés, por parte del legislador político que debe establecer y diseñar las leyes y normas que afectan necesariamente al funcionamiento de la sociedad, del Estado en suma; de que esas normas y leyes (y su funcionamiento) queden a veces en el limbo de la aplicación, olvidadas y obsoletas; y, de aplicarse, les sean leves a ellos o a quienes muy interesadamente representan o deben favores (porque luego los obtienen con creces).

Llegamos pues a una situación de degradación tal, que todo está manchado, ensuciado, contaminado y, por consiguiente y en consecuencia, todo está en entredicho. De ahí a la pérdida total de confianza y al descrédito no queda nada por recorrer; y, si el sistema que sustenta la existencia del Estado cae en el descrédito, toda legitimidad se pierde.

Como empezamos por advertir la inexistencia de la responsabilidad como virtud social, política y personal, y la inexistencia de su exigibilidad y práctica habitual por parte de quienes debieran dar ejemplo y con su ejemplo educar cívicamente a la población, también advertimos que la degradación es progresiva y esta degradación pudre todo el tejido social.

El caso de la zona del sur de Cádiz es notorio. Lleva tiempo, años, siglos, admitiéndose como poca cosa y de poco daño el contrabando y el menudeo en la bahía de Algeciras. Total, fardos de tabaco, de hachís, gentes que los traen por el estrecho, gentes ya acostumbradas a vivir de esa miseria que los trasvasan a vehículos para su distribución, gentes que pasan con las “gomas” delante de los estupefactos guardias civiles y a los que les hacen “una peineta” (y ojo si a estos guardias se les ocurre disparar ni un solo tiro, que encima los expedientan)… Vida fácil para muchos, demasiados, ¡claro, como hay tanto paro! Tal se ha dejado pudrir la zona que, ahora, algunos se están asustando de verdad, al ver que clanes de allá del gran océano, perfectamente rodados en estas lides, están tomando el control de las operaciones del comercio de drogas.

Si quisiéramos buscar responsabilidades ente esta situación, nadie aparecería como tal; y, si lo señalásemos de inmediato, lo desmentiría, exonerándose de toda responsabilidad.

El desastre en que mantienen a Cataluña la terquedad de un descerebrado y un puñado de acólitos, no lo reconocerá ninguno de esos actores, pues de ello, seguro, no son responsables.

Altos cargos imputados en los tantos casos como se conocen, ¿dice alguno o alguna ser responsables de nada? ¡Altos cargos de gobierno, de bancos, de empresas, que cobran o cobraban muy buenos sueldos, precisamente porque debían asumir esas altas responsabilidades! ¿Han visto ustedes que ahora las reconozcan?

En un reportaje sobre La Moncloa, su funcionamiento y entresijos, dice un alto funcionario (de los de a dedo) que el presidente siempre está informado de todo, que lo sabe todo… ¿Han advertido que el aludido admita, cuando la cosa es peliaguda y le puede afectar, que sabía del asunto por el que se le pregunta o señala…? Nada, no es responsable de nada.

Para terminar, ¿han visto u oído si ETA, que se dice auto-desaparecida, ha reconocido responsabilidad alguna en la vileza en que se desenvolvió (no ya responsabilidad por tanta muerte y dolor)? ¿Han visto si las gentes vascas admiten la miseria moral que anidaron, desarrollaron y consintieron y de la que queda un buen rescoldo? ¿Oyeron al mosén Setién pedir público perdón por sus pecados de omisión de caridad y justicia con las víctimas? Ahí tampoco es responsable nadie del horror vivido.

Y así nos va.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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