73. En Sacedoncillo

Por Fernando Sánchez Resa.

Al fin, en la mañana del 24 de febrero, llegaron unos camiones para transportarnos. Eran las ocho de la tarde cuando abandonamos las orillas del río Valdeazogue y, tras cuatro horas de viaje, llegamos a la capital de la provincia, habiendo pasado por las calles de Almadenejos. No paramos en Ciudad Real, como pensábamos, sino en un pueblo cercano (Miguelturra) donde nos bajamos y acampamos en un olivar. Aprovechando la instalación de las cocinas y la preparación del rancho, los soldados fueron por vino al pueblo (que lo había bueno y en abundancia). Como el rancho fue escaso, unos pocos granos de arroz y mucho caldo, el abundante vino hizo sus efectos desinhibidores… Y, al llegar la noche, nos montaron en un tren con rumbo desconocido.

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