Por Fernando Sánchez Resa.
Hace poco más de treinta y tres años que su voz se apagó en las aulas de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de Úbeda (los antiguos y afamados jesuitas). Era una voz recia, firme, constante e implacable en el duro caminar diario de la sufrida profesión docente que supo llevar a buen término, tras más de cuarenta años de ininterrumpida labor sembradora de luz y sabiduría, en las fértiles y frondosas besanas infantiles…
Hacía muy poco que acababa de cumplir esa edad de oro definitiva que habían sido sus setenta y ocho años de tranquilo caminar por este sendero agridulce de la vida, que le hizo ser cada día más sabio, más docto en esta difícil universidad cotidiana que a todos nos ha tocado vivir… Y nadie podrá reprocharle todo lo que tanto quiso y amó: su plácida vida familiar, íntima y recoleta conforme la edad le fue echando raíces; así como su grande y certera profesión: ser maestro por los cuatro costados y a tiempo total, con el fin de llevar la nave de su vida (y la de su esposa y sus tres hijos) al abrigado y certero puerto de la seguridad, del trabajo bien hecho, de la conciencia tranquila…
Nació en Úbeda, bella ciudad renacentista, y tras su peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de su amada España: Madrid, Sevilla, Pedrezuela, Cortijada de Bélmez de la Moraleda, Torreperogil…, recaló en el seguro puerto de su ciudad de origen, para ser ejemplo y estela a todas las riadas de alumnos que tuvieron la suerte de pasar por su clase. Hombre chistoso, con múltiples chascarrillos y anécdotas siempre a flor de piel, supo ganarse el afecto incondicional de todo aquel que lo conoció de cerca… Mas, cuando la vida, con sus rudos zarpazos, fue proporcionándole hiel en su mirada, él supo resistir, con suave miedo infantil, la llegada de la muerte que tozudamente le robó el último aliento de esperanza…
Estará descansando en paz, este “maestro ejemplar”; pero tenga la seguridad, don José, si es de agradecidos el ser bien nacidos, que Úbeda lo venera; en especial, todas aquellas personas que supieron libar la dulce miel de ese panel, tan rico e inmenso, que fue su vida entera. Usted, que nunca quiso fanfarrias ni honores en esta vida, se nos fue el sábado 13 de febrero de 1993 en la misma ciudad que le dio la vida, tan en silencio, para darnos ejemplo hasta en su último momento…
¡Que, como buen cristiano que fue, Dios lo tenga en su seno; y que nosotros quedemos para siempre con su fiel recuerdo de “bella persona”…!
Úbeda, 23 de octubre de 2014.