Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- Llamada a la revolución
El equipo de conferenciantes estaba compuesto por un electricista y tres mineros adscritos a la zona de Linares; y, a la conferencia, acudió todo el pueblo. Colocaron el estrado en la cabecera del salón, cubierto con la bandera de Acción Católica. Los mineros ocuparon la mesa de oradores y mis amigos y yo nos sentamos al fondo, muy cerca del electricista. Por parte de la comunidad de jesuitas, sólo asistió el padre Prefecto rodeado de su corte de empollones, que se instalaron en las butacas delanteras. Cuando todo el mundo estaba en su sitio, Galarza presentó a los conferenciantes desde el centro del pasillo, con su acostumbrado misticismo humanitario. Llamó a la insumisión y a la desobediencia pasiva; reclamó la vuelta de los hombres al campo; rechazó la irrupción de las máquinas en la actividad laboral; y condenó el progreso tecnológico que robaba puestos de trabajo a las clases proletarias.