Por Mariano Valcárcel González.
El Papa Francisco, este hombre con buenas intenciones que trae algo de cabeza a la carcundia ortodoxa del catolicismo establecido, piensa que ya es hora de plantearse ciertas cuestiones bajo una perspectiva más discutible. Supongo que, si no lo hace bajo ese paraguas mágico de la “ex cátedra”, sus propuestas pueden ser discutidas, rebatidas y hasta ignoradas.
Creo que se entiende que la intransigencia dogmática aparta del cuerpo de creyentes a muchos. Puede que sea así, pero lo curioso es que esos muchos han optado por vulnerar voluntariamente (u obligados por las circunstancias) sus creencias, por violarlas, sabiéndose por lo tanto apartados. Volveré sobre este aspecto en otra ocasión.