Por Dionisio Rodríguez Mejías.
3.- Torera, mandona y sin ganas de agradar.
—Pase, pase —dijo dirigiéndose a mí—. ¿Qué quería?
—Me espera el señor Castro.
—Muy bien. Su nombre…
—Don Juan José Castro.
—No, hombre, no; quiero decir el suyo.
—¿El mío?
—Pues, claro; a Castro ya lo conozco, pero tú no sé quién eres.
—Yo me llamo Alberto, señorita; Alberto Ruiz para servirla.