Por Jesús Ferrer Criado.
En aquellos míticos tiempos en que la teología era un artículo de primera necesidad y cuestiones como la entidad de los universales era disputa común en las tabernas, floreció en nuestra vieja Europa un brillante teólogo, famoso por su revolucionario argumento a favor de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Según nuestro hombre, Dios nuestro Señor (a pesar de todas las dificultades teológicas que otros pensadores veían) creó a la Virgen Inmaculada, porque pudo hacerlo y lo creyó conveniente. Para los amantes del latín y respetando el texto original lo pondremos tal cual: (Dios) Potuit, decuit, ergo fecit. Cortito y claro.