Valores

Que a usted, o a mí, no nos llevan a la política apuntados con pistola es hasta ahora cierto.

El ejercicio de la política se supone realizado de modo voluntario: voluntaria es su accesibilidad, voluntaria la permanencia (salvo supuestos varios), voluntaria su motivación personal. Y a tal voluntariedad sólo se le puede oponer vocación de servicio público (ojo, no privado ni a afines en exclusiva), como justificación ética y moral.

Esa es la justificación real de todo el tinglado montado alrededor del ejercicio de la política democrática. Debería serlo al menos. Pero se ve de inmediato, en cartón de la muñeca, que lo anterior es vano convencimiento de almas cándidas. Antes por el contrario, es justificación tomada al pelo cuando ese engaño se manifiesta a las claras. Servicio público… ¡amos, anda!

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27. Jornada nocturna

Tras la ligera cena, di las gracias a la Providencia y anduve unos cuantos kilómetros hasta que tuve a Jódar a la vista. Al ser uno de los pueblos más malos de la provincia, quise esquivarlo. Primeramente, rodeándolo por el llano: atravesando olivares, huertos y acequias (donde bebí agua); hasta que me topé con una serie de casas que me bloquearon el camino… Todo ello acompañado de los ladridos de los perros que me hicieron temer ser descubierto…; por lo que creí conveniente volver sobre mis pasos e intentar subir, definitivamente, por la montaña.

Así, en los últimos minutos de aquel triste y amargo Viernes Santo, comencé el largo y áspero ascenso de aquel monte. Iba meditando y acompañando a Cristo en la subida al monte Calvario… Empleé más de dos horas en coronar sus peñascos. Tuve frío y sudé mucho, a pesar del viento reinante. Tras descansar un rato, caminé por los senderos trazados por los animales (que veía perfectamente, gracias a la luz de la espléndida Luna) hasta llegar, al amanecer, a la carretera de Granada.

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