24-05-2012.
Ayer estuve en un congreso sobre narrativa actual (Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Andrés Neuman, etc.) en la Universidad de Neuchâtel. Cuando llegué a la estación, vi a un mendigo sentado a la entrada. Durante el congreso, no se me pudo borrar la imagen de aquel vagabundo. Durante la vuelta en tren, escribí este soneto. Te lo mando por si vale la pena colgarlo en el Rincón del Café o donde sea, acompañado de lo que te digo.
Oigo bellas palabras mientras «hambre»
grita un mendigo que encontré encorvado
en el suelo de la estación, rajado
el estómago en drástico calambre.
Bellas palabras, delicioso estambre,
mientras con rostro triste y arrugado
aquel hombre en su trípode sentado
la mano alarga envuelto en la cochambre
de la miseria. Una moneda pide,
un pedazo de pan, un cigarrillo,
una sonrisa alada al pasajero…
Entretanto el conferenciante expide
fantasías, gozoso caramillo
de su mundo inconcreto y lisonjero.