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12-05-2012.

Como, para llegar al terreno que había comprado al gobierno, tenía que cruzar el río, decidió levantar un puente que uniera su yunta de tierra con el pueblo. El gringo, su diminuta mujer y los gemelos acarrearon en la ranchera tablones, maderas sin desbastar y herramientas. El gringo dirigía, su mujer observaba y los gemelos, uno sobre los hombros del otro, desde el lecho pedregoso del río, sin temor a las alimañas, iban colocando los troncos de los árboles, que alcanzaban de orilla a orilla, sin miedo a nada porque el gringo O’Reilly checaba con la carabina dispuesta a disparar a las víboras cascabel de diamante que, con los golpes, asomaban la cabeza entre las piedras.

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