10-05-2012.
En el fondo de su corazón, Fuensalida Valcárcel esperaba que no prosperasen aquellos dos niños, tan idénticos el uno al otro que ni siquiera ella podía distinguirlos. Tuvo que ser a la partera Aguasanta Cascajosa a quien se le ocurriera anudar en un tobillo al primero de los nacidos un cabo de cuerda que encontró en el suelo, y le dijo a Fuensalida, mientras le apretaba entre dolores y gemidos, cuando ya asomaba la cabeza el segundo: