Unas líneas pensando agradecido en los amigos de la Safa que me han escrito un mensaje de pésame.
Hélène y yo, como dos hormiguitas al pie de un inmenso muro, como una de esas montañas de los gigantescos Alpes que tengo ante mis ojos, desde el salón de la sección de Cuidados Paliativos. Así como dos hormiguitas rezábamos –más bien gritábamos-, Hélène y yo pidiendo ayuda a Dios. Y sin parar durante los tres infinitos meses de su lenta agonía.