Sobre el amor y sus varias formas, 1

15-05-2012.

Para muchos es el amor la vivencia más gratificante de sus existencias.

¿Y si se engañasen? Dos preguntas aparentemente cínicas para un análisis despiadado de su verdadera esencia:

 

Primera. ¿Y si ese amor tan intenso, tan importante para los humanos, no fuese últimamente nada más que una distracción pasajera, una banalidad, una ligereza que nos hace olvidar nuestra triste condición humana? En concreto, si vivir el amor no fuese sino una manera de cerrar los ojos por unos instantes a la pavorosa soledad metafísica del ser, esa soledad que se manifiesta sin engaños en el momento de atravesar solos el túnel de la muerte.

Segunda. ¿Y si el amor, en sus variadas formas, no fuese nada más que un conjunto de funciones fisiológicas? ¿Y si el amor fuera en última instancia reductible a la mecánica del sistema corporal y de su bioquímica?

I. Visión existencialista del amor. Salir de sí.

¿Qué es el amor?

«Amar es querer el bien del otro», escribe Aristóteles. Esa definición no nos basta. Muchos lectores, y yo también, queremos el bien de todo el mundo, aún de los que no nos son conocidos.

Querer el bien del otro, en el sentido de Aristóteles, sería a lo más una consecuencia, un comportamiento resultante del amor, pero no el núcleo mismo del amor.

Amar es salir de sí mismos

Para empezar por lo más sencillo y radical, amar es tener en cuenta al otro. Reconocer plenamente su existencia, y no ya como mero instrumento para nuestros fines, sino como otro sí‑mismo.

A primera vista, parecería que nos quedamos muy cortos con decir «Reconocer y aceptar la existencia del otro». La alteridad. Sin embargo, es el paso primero y esencial en la construcción de una relación humana: el salir del sí-mismo, rompiendo el obstinado encerramiento en los propios intereses y puntos de vista. No es tan sencillo dar este primer paso a fondo. Para salir de sí es preciso que exista, al menos, una capacidad de empatía o interiorización del pathos (‘sufrimiento’) del otro.

El amor requiere ciertamente una dosis de altruismo es decir de liberación de sí mismo en favor del otro. (Altruismo viene del latín alter, ‘otro’). Pero el yo de cada uno es su centro inevitable. De ahí la dificultad, cuando no la imposibilidad del altruismo total y puro.

All you need is love (los Beattles)

¿Es el amor, bajo alguna de sus variantes, una necesidad para la existencia humana? ¿Qué es lo que libera al hombre de sí mismo y lo trasciende, algo imprescindible para la verdadera felicidad? ¿Qué lo eleva y qué lo degrada? Entonces, ¿por qué el amor se adultera y pervierte con tanta facilidad?

El amor puede ser sublime, pero es también una mercancía fácilmente corruptible.

Lateralmente: ¿Cómo puede darse algo como el amor a Dios, siendo Dios un término inasible de esta relación, no representable, por así decir, inobjetivable del amor?

De la intensidad y las varias formas del amor

Amor de amistad, a la familia, a un grupo. ¿Qué sentido tiene el amor a la patria, a un club, a un partido político, a la ciudad natal?

Las muchas formas del amor: los griegos distinguían, y distinguen hoy, entre agape ‘amor’, filía ‘amistad’, eros ‘pasión física’. Hoy hablamos también sobre escucha del otro, empatía y simpatía, tolerancia, corrección y cortesía y algunas personas hablan hasta del concepto cristiano de caridad, es decir de búsqueda de Dios, amando a los demás, porque son el rostro viviente de Dios.

Todo ello es amor. Un término paraguas, bajo el que caben una multitud de variantes.

Cuando bajo el término amor se junta todo, desde la caridad al amor físico, es que hay que clarificar las ideas.

El amor a la Patria

Patria tiene el mismo origen que el del latín patres ‘los padres’. Amor a la patria es amor al pueblo al que pertenecemos, a los que reposan en nuestros cementerios. Pero implica también amor a sí mismo, a la propia infancia, a los entornos que nos vieron crecer.

Amor conyugal

Hay ejemplos de amor romántico, de amor carnal, de profunda connivencia entre dos personas. La historia y la literatura rebosan de ejemplos. (En internet, el lector puede leer las cartas entre Abelardo y Eloísa).

El amor entre hombre y mujer suele empezar como una modalidad más o menos intensa, abierta o implícita del eros; y después, para subsistir, se va transformando en amistad, complicidad, o en la parte incuestionable de la vida que han vivido juntas dos personas hasta sus últimos trayectos. El amor conyugal necesita madurar, transformarse e ir revistiendo modalidades nuevas y diferentes para permanecer. Es un ejemplo más de la multiforme esencia y de la dinámica del amor.

Es una mezcla de eros, filia ‘amistad’ y agape ‘amor del alma’ que, si sabe cuidar y mantener inteligentemente, da lugar a las experiencias más exaltantes de nuestras vidas.

Una forma indiscutiblemente sublime del amor

El amor de la madre a su hijo pequeño es la forma más alta de salir de sí, de trascenderse a sí mismo, ya que no exige, ni requiere forma alguna de reciprocidad. Las relaciones de la madre con los hijos no pueden funcionar en base al principio do ut des ‘te doy para que me devuelvas’. Es el mejor ejemplo de don total (de los padres al hijo) y sin que haya demanda de retorno.

¿Es el amor materno un caso único, o existen copias de ese amor en otros tipos de relaciones humanas?

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