Evocaciones del «XIV Festival de música antigua Úbeda-Baeza», 1

25-09-2011.

Érase una vez dos ciudades hermanadas, unidas por la antigua música y su monumentalidad… Renacentistas urbes que caminaban de la mano para seguir siendo, por siempre, Joyas de la Humanidad: Úbeda, celeste y encantada; Baeza, callada y enamorada.

Viernes, 19 de noviembre de 2010

El Auditorio de las Ruinas de San Francisco se removió por el terremoto musical provocado por la actuación de Capela Joanina & Flores de Música, dirigida por Joao Paulo Janeiro, con sus Tumultos pasionales en conventos portugueses del barroco: música y textos del siglo XVII lusitano. ¡Qué magnífica conjunción de antiguos instrumentos musicales con voces “a cappella”…! Transmitieron a los asistentes un doble mensaje luso de amor divino y profano. Mediante la lectura de las cartas de las monjas Soror Mariana Alcoforado y Soror Madalena de Glória el público paladeó, con bellas palabras, el doble enamoramiento divino-humano, en dos claves distintas.

Fino concierto donde los cuatro intérpretes vocales brillaron con luz propia y, sobre todo, leyendo en voz alta las cartas de amor en un español brillante, tintado de alguna palabra portuguesa, con ese bello y encantador acento que nuestros vecinos imprimen siempre a su idioma, tan galante y tierno…

Sábado, 20 de noviembre de 2010

Solistas del Coro Barroco de Andalucía y Ministriles, dirigidos por L. Villamajó, nos ofrecieron el concierto Entre España y Portugal: Misa “Ave Regina Caelorum” de Tomás Luis de Victoria en la Sacra Capilla del Salvador.

Fue una mixtura de música portuguesa y española ‑en una fría noche ubetense‑ con ocho celestiales voces, tres instrumentistas y su director, todos timbrados de polifonía sacra. Anidaron, desde las alturas, para deleite de oídos entendidos en el sacro lugar de la Capilla del Salvador, mientras la Transfiguración del Señor, los cuatro Evangelistas, San Pedro y San Pablo… (¡esa maravilla de altar barroco…!), en polícroma armonía deleitaban los sentidos de la vista y el oído. Los oyentes se enardecieron con sus conjuntadas voces a cappella, a veces solas, otras acompañadas del restaurado órgano que sonó a gloria celestial, con su cúpula circular embobando la mirada y atrapándola cual atrayente sima…

¡Qué bien resonó el concierto bajo la cúpula renacentista y qué bien armonizado, especialmente cuando se bajaron a la tierra de los mortales desde el empíreo de las almas sublimes! Parecía que de un momento a otro iba a aparecer Jesús y toda su Cohorte Celestial para anunciarnos la Buena Nueva…

Fueron dos lugares de canto: bajo la cúpula y en el coro, con dimensiones y densidades musicales distintas, que los asistentes supieron apreciar y agradecer en su justa medida.

Viernes, 26 de noviembre de 2010

Úbeda: Auditorio del Hospital de Santiago. ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA Y LA HISPANOFLAMENCA. Et in terra pax. Pedro Rabassa (1683-1767): Música para la Catedral de Sevilla.

Voces entrelazadas en ese lugar sagrado ‑que fue‑, trayendo a nuestras vidas músicas rescatadas por musicólogos valientes que dormían el Sueño de los Justos en la catedral sevillana, haciendo unión imperecedera de lo español-andaluz con lo luso-portugués.

Fue una meliflua miscelánea que, en lo religioso, teñía aquellos siglos (XVII y XVIII) en los que el temor a Dios y su humilde admiración humana eran cuasi obligatorios entre la población de entonces…

Sábado, 27 de noviembre de 2010

Baeza: Auditorio de San Francisco. GRUPO ALFONSO X EL SABIO: Luis Lozano Virumbrales, director. Iberia medieval. De la lírica latina a la galaico-portuguesa (ss. XII-XIII).

Diversos instrumentos medievales y la voz humana a cappella conformaron un ambiente antiguo que rememoró, en el silencio de la lluviosa y desapacible noche, un cuadro inenarrable de música, voz y silencio. Parecía como si todos los presentes estuviesen orando a la Santísima Virgen, exhalando plegarias, acompañados de escogidos instrumentos musicales: la zanfona con su timbre característico, el salterio, la chirimía…

El idioma galaico-portugués sacaba, de nuestros ancestros, sentires a la Virgen soberana que Alfonso X, el Sabio, supo poetizar. Todas eran voces profundas y varoniles que cantaban‑oraban con una fuerza indescriptible ‑música sin artificio‑, acompañadas de sencillos instrumentos musicales ‑no ruidosos‑, conjuntándose en voces bien engastadas.

Música, al fin, que suavizó el alma liberándola de tensiones, amenazas y cadenas humanas sobre inventadas, en esta sociedad actual, donde el tráfago y el ruido son monedas de curso legal en la mayoría de la población.

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