Lo que vio Cristóbal Colón, 1

13-09-2011.

y para esto pensé de escrevir todo este viaje y
muy
punctualmente, de día en día, todo lo que yo
hiziese y viese y pasasse, commo adelante se veyrá.

C. Colón, Diario, Prólogo a los Reyes.

1. Introducción.

Es cosa harto conocida que el original del Diario de a bordo de Cristóbal Colón se ha perdido y que si ha llegado hasta nosotros es gracias a una copia que en 1493 hiciera de él un escribano de la reina Isabel. De ello da cuenta la carta mensajera que, firmada en Barcelona el 5 de septiembre del 1493, mandara la Reina Católica «enviando al Almirante un traslado del libro que le dejó a su Alteza».

Este traslado recibido por Colón y desafortunadamente también perdido, fue con toda probabilidad el que reflejaba la copia autógrafa de fray Bartolomé de las Casas, así como el que quizá utilizara don Hernando Colón para escribir su Historia del almirante. Es la opinión –por lo demás generalizada– de Manuel Alvar, quien se refiere al comentario que Bartolomé de las Casas pone al margen de la página en donde resume los hechos del 13 de enero de 1493 (ver Cristóbal Colón, Diario del descubrimiento, estudios, ediciones y notas por Manuel Alvar, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1976, p. 10). También en esa misma página dice Alvar que «un cotejo de los dos resúmenes hace creer que Hernando Colón y Bartolomé de las Casas manejaron copias distintas».

Conocida es también la preferencia de historiadores y críticos por este autógrafo lascasiano ‘de las Casas’ a la hora de editar o de meditar sobre el Diario… colombino ‘de Colón’. Lo que no quita que siga en pie, a pesar de la abundantísima bibliografía al respecto, la interrogante de saber hasta qué punto el autógrafo del dominico es transcripción exacta y literal de la citada copia de 1493, si es que de ella procede.

Sea como fuere, en dicho autógrafo, conservado en la BN (ms. V.° 6, 7) se pueden distinguir dos modalidades discursivas:

a) Narración en tercera persona, mediante la cual Bartolomé de las Casas transmite casi día tras día la síntesis del relato del viaje.

Dicho extracto suele alternar con la:

b) Narración en primera persona, ya del plural ‑en contadas ocasiones‑, ya del singular ‑que es lo más común‑, cuando Cristóbal Colón, protagonista de su propia historia, narra los hechos en primera persona gramatical, valiéndose de sus recuerdos más o menos cercanos al momento de la enunciación. Es la parte, por así decir, autodiegética ‘relativa al desarrollo narrativo personal de los hechos’ que Bartolomé de las Casas nos ha transmitido, precedida o seguida de fórmulas anunciadoras o confirmadoras del cambio de narrador, como «Dize el Almirante», «Esto dize el Almirante», «Esto que sigue son palabras formales del Almirante», «Estas todas son palabras del Almirante», etc.

Sabiendo que, en principio, el manuscrito de Colón debió estar escrito en primera persona [¿Lo estaba la copia de 1493? No hay razones para dudarlo], resulta un tanto curioso que los editores del Diario… de Colón no hayan considerado digno de interés extraer esos fragmentos escritos en primera persona y que, a todas luces, deberían pasar por ser la parte “más auténtica”, la menos interpolada, resumida o amañada de ese Diario… que Bartolomé de las Casas transmite sumariamente. El párrafo que precede y anuncia la copia del texto de Colón dice: «Este es el primer viaje […], puesto sumariamente, […] y comiença d’esta manera». El caso es que desde la edición de Fernández Navarrete ‑la más antigua que he utilizado, hasta la de Luis Arranz, la más reciente que conozco, aunque no por ello la más fiable‑, los editores del Diario… han considerado oportuno destacar dicha autodiégesis ‘desarrollo narrativo personal de los hechos’ mediante el tradicional entrecomillado (p. e. Fernández Navarrete, Alvar, Arce-Gil, Varela) o en letra cursiva (p. e. Arranz), sin que, evidentemente, tales signos figuren en el autógrafo de Bartolomé de las Casas. Consúltese, al respecto, el facsímil que ofrece la citada edición de M. Alvar.

Conviene observar que, en estos diferentes editores, los fragmentos entrecomillados no coinciden los unos con los otros, como tampoco con los transcritos en cursiva. Quizás el caso más patente sea el de la edición de M. Alvar, en donde desaparecen las comillas desde el 15 de octubre 1492 y no reaparecen hasta el 15 de marzo del 1493, día en que concluye el Diario… Algo parecido hace C. Varela; quien, inexplicablemente, interrumpe las comillas el mismo 12 de octubre del 1492 y no las reintroduce hasta ese 15 de marzo del 1493. Las ediciones a las que aludo, además de la de Fernández Navarrete, ya citada, son: J. Arce & M. Gil Esteve, Diario de a bordo de Cristóbal Colón, Torino: A. Talone, 1971; C. Varela, Cristóbal Colón, Textos y documentos completos, Madrid: Alianza, 1982; L. Arranz, Cristóbal Colón, Diario del descubrimiento, Madrid: Historia 16 (Crónicas de América 9), 1985.

2. La autodiégesis ‘desarrollo narrativo personal de los hechos’.

Adicionados los fragmentos narrados en primera persona (aparecen en sólo 47 días de los 198 que duró el viaje), constituyen algo menos del 25% de la cantidad textual del Diario… Es decir, más bien poco. Dichos fragmentos comprenden desde una frase (ver, por ejemplo, el domingo, 16 de septiembre), hasta la transcripción de días enteros, como ocurre con los doce consecutivos al descubrimiento de la primera isla. Y es sintomático que Bartolomé de las Casas haya cedido la palabra a Colón en el preciso momento en que éste toca tierra y se dispone a comunicar con los que él cree ser “indios”. Como lo es también que, a partir de ese primer encuentro, Bartolomé de las Casas no dé paso a la narración en primera persona más que, salvo raras excepciones, cuando el almirante encarece la bondad de “esta gente” (es decir, su fácil sumisión religiosa y política) y de “esta tierra” (es decir, los pingües beneficios que puede obtener). Ponderación que irá adquiriendo densidad superlativa en los días que preceden al momento de decidir el regreso y cuando, paradójicamente, el “acatamiento” de los indígenas daba ya indicios de no ser tan absoluto, ni la recogida por trueque o búsqueda de metales preciosos y de especies no daba lugar a mostrarse optimista, salvo en promesas y esperanzas.

En realidad, esos son los temas recurrentes y centrales del Diario… “en primera persona”; todos los demás (problemas de comunicación, la percepción del otro y de lo otro, el mesianismo y providencialismo de Colón, etc.) parecen estar en relación de dependencia con la noción de rentabilidad y ofrecimiento a sus Magestades “de la mejor tierra y la mejor gente que creo en el mundo” (ver texto de Domingo, 16 de diciembre).

No es mi propósito aquí interrogar a este “Diario en primera persona” acerca de esas cuestiones u otras similares; sólo deseo ofrecer al curioso lector la trascripción de aquellos días del Diario… en los que el propio Colón nos narra sus percepciones y proyectos, sus acciones e inhibiciones.

3. El texto.

Ya quedó señalado que los editores modernos del Diario… han entrecomillado o destacado en letra cursiva aquellos fragmentos procedentes del texto lascasiano ‘de las Casas’ del Diario…, los cuales estaban precedidos o seguidos de lo que llamé fórmulas anunciadoras o confirmadoras del cambio de narrador. Quedó dicho también que los editores no coinciden en la delimitación de esas parcelas textuales. Cabe añadir ahora que dichas parcelas, aunque se presenten precedidas o seguidas de las citadas fórmulas, no siempre contienen un discurso en primera persona. Sólo un botón de muestra: «Dize aquí el Almirante que “oy y siempre de allí adelante hallaron aires temperantíssimos, que era plazer grande el gusto de las mañanas, que no faltava sino oir ruiseñores”, dize él» (ver C. Varela, op. cit., p. 21).

Para nuestra transcripción, he seguido el criterio de recoger solamente aquellos fragmentos que, precedidos o seguidos por las fórmulas indicadas, contienen en efecto un discurso autobiográfico. Por lo demás, sigo la grafía propuesta por C. Varela en su citada edición, a cuyo respecto supongo que el lector no necesita explicación.

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