Es posible, y más que probable, que la izquierda española no sea la más íntegra, la más honesta, la más ejemplar, la más consecuente ni la más incorruptible del mundo. Para que nadie se levante en armas contra mí; digo, sólo, que es posible. Una posibilidad que contemplar dentro de ese “campo de los posibles” que, según los filósofos, es infinito. Pero lo que es realmente incuestionable es que la izquierda española es tolerante, comprensiva, complaciente y optimista. Sobre todo optimista. Y eso no es malo, porque la tolerancia, la comprensión, la complacencia y el optimismo son virtudes muy necesarias para los políticos; o sea, para aquellas personas que viven de la política, bastante bien por cierto. Es decir, que gracias a la tolerancia, la comprensión, la complacencia y el optimismo, la izquierda española va bien. España va bastante mal, pero la izquierda española va muy bien. Al menos en mi modesta opinión.
En una de esas encuestas que sistemáticamente hacen los políticos para medir el nivel de aceptación y confianza que la ciudadanía concede a sus representantes, aparece un dato, últimamente, que debería resultar preocupante para las gentes de izquierdas, así, en general. Al parecer, el número de españoles que considera acertada la gestión del actual gobierno ha bajado en algo más de diez puntos. Hasta quince señalan algunos observadores. A uno, que se limita a analizar los acontecimientos, no le sorprende que la confianza de los españoles en sus gobernantes haya bajado esos puntos que dicen los expertos.
Si tenemos en cuenta que, en estos dos o tres últimos años, el gobierno ha conseguido avivar los separatismos, enemistarse con la Iglesia, destrozar la educación, politizar la justicia, hundir la construcción, recortar el sueldo de los funcionarios, cerrar cientos de miles de empresas, inventar un mal llamado proceso de paz, arruinar la mayoría de Cajas de Ahorros, desviar los “eres andaluces”, congelar las jubilaciones, mandar al paro a varios millones de trabajadores y, por si fuera poco…, ahí te mando la guerra de Libia, Catalina. Hay que reconocer, con absoluta franqueza, que el quince por ciento es una cifra muy escasa si tenemos en cuenta los merecimientos contraídos.
Bueno, pues aprovechando la esperada rueda de prensa de ayer, en la que se había anunciado la “espantá” del Presidente, don Marcelino Iglesias anunció solemnemente: «Zapatero es el candidato natural del PSOE y, si quiere seguir siéndolo, tiene todo el apoyo del partido». Y añadió: «Esta opinión la comparten todos los barones y dirigentes del PSOE». O sea que, como dicen los modernos, a pesar de la que está cayendo, siguen encantados de haberse conocido.
He empezado diciendo que al político, sobre todo al político gobernante, le viene bien cierta dosis de complacencia y optimismo para tranquilizar al ciudadano y no crear alarmas innecesarias. Pero sin exagerar, porque ya se sabe que el optimista incurable suele ser un ignorante, generalmente, manipulado y mal informado. Claro, que si bien lo miramos, es lo que hay. ¿No?