Un puñado de nubes, 17

09-03-2011.
Desde el momento en que Alfonso vio la figura de León acercarse a la mesa, en donde hablaba con Amalia, supo que iba a haber gresca. Y pensó que le desagradaban las trifulcas, sobre todo si eran a causa de mujeres y menos con un amigo. Además, la discusión llegaba en mal momento: se encontraba nervioso y titubeante, porque aquel día no había tomado aún su dosis.
Era su mayor secreto. Alfonso tomaba dos veces a la semana, por la mañana después del desayuno y antes de acostarse, una dosis de cocaína que le ayudaba a mantenerse en forma. Cuando por alguna razón no lo hacía, se sentía reventar de ansiedad y angustia; con ella, en cambio, se notaba sereno, motivado y lleno de confianza en sí mismo.

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