Carnaval y política

Encontrábame de compras, años ya, en una carnicería de Vitoria, charlando con la simpática dependienta sobre mis orígenes andaluces ‑deducción a la que había llegado, sin demasiado esfuerzo, por mi acento inconfundible que nunca he intentado disimular ni corregir‑, cuando una señora del público, muy instruida y muy versada ella, se introdujo en la conversación dando su docta opinión sobre el habla andaluza:
‑La forma de hablar de los andaluces es consecuencia de un defecto anatómico hereditario que tienen en la garganta, lo que les hace que no puedan pronunciar bien ciertos sonidos.

A mí, que ya estoy curado de espanto, de tanto oír chorradas chovinistas desde mi más tierna infancia por haber vivido casi toda mi vida fuera de mi lugar de nacimiento, ésta me impresionó sobremanera por la “originalidad” y “cuidada” elaboración de la misma, digna de ocupar un lugar privilegiado dentro de mis favoritas. La citada señora debiera de tener un cacao mental mezcla de orgullo nacionalista, de alguna que otra deducción sacada de la película El planeta de los simios y de la tesis doctoral de algún antropólogo de la UPV con título obtenido tras arduos estudios en la prisión de Botafuegos, donde dispuso de un amplio campo experimental. Normalmente hago caso omiso a las gilipolleces, pero en esta ocasión no me pude contener porque la susodicha me puso a huevo la respuesta, contestándole casi sin meditar la misma:
‑Señora, Vd. sí que tiene un defecto genético, pero en el… cerebro.
Mi respuesta fue celebrada con júbilo por el público y aquello me satisfizo sobremanera al comprobar que gente de tales luces gozan de poca aceptación.
En los prolegómenos del Carnaval de Cádiz se suelen celebrar diversos actos “culturales” como “La Pestiñada”, “La Ostionada”, “La Erizada”, para empalmar el tiempo muerto entre la Navidad y la Semana Santa. A estos eventos suele acudir gente variopinta y sobre todo aquellos amantes del gañoteo que, por tal de conseguir algo de balde, son capaces de tirarse dos días con una cagueta vomitona, consecuencia de la ingestión de un erizo u ostión aderezado con algún virus o bacteria cagalistrosa. Es de notar la cantidad de gente mayor que acude a estas concentraciones. El botellón de la tercera edad. Parece como si les hubieran dado el pistoletazo de salida de una última carrera en la que hay que aprovechar todo lo comible antes de llegar a la meta final. Con qué alegría se les ve participando y rebosan generosidad, dispuestos a corresponder de alguna manera a esa invitación desinteresada de las peñas carnavaleras. Y mira por dónde, este año, en medio de “La Erizada” en la plaza San Antonio, aparece el PP capitaneado por Mariano Rajoy y abanderado por la alcaldesa Teófila (“Teo, Teo que hasta el nombre lo tienes feo”, cantan las chirigotas), solicitando en medio de la euforia ambiental y en “olor” de multitudes y de algún que otro erizo “porío”, flambeado al sol de una esquina por “meada” de borracho prostático, no sé que firma para no sé que consulta popular. No pudieron elegir mejor momento ni mejor público para el inicio de la campaña. En Cádiz acabó la invasión francesa y empieza la Nueva Reconquista Nacional del solar patrio.
Veo en un telediario, al día siguiente de “La Erizada”, que se acerca el periodista a una señora mayor y le pregunta:
‑Señora, ¿qué es lo que Vd. está firmando?
A lo que ésta responde muy contenta:
‑Contra los catalanes, contra los catalanes, ¿verdad, Pepe?
Y Pepe, en tono revestido de sabiduría, la corrige diciendo que no, que lo que están es “votando” contra el Estatuto catalán. Cuando leí el texto de la consulta me recordó aquello de “Franco si, Franco no”, para votar la Ley, no recuerdo si de Sucesión, Orgánica del Estado o de los Principios Fundamentales del Movimiento. Total, cómo me voy a acordar si ninguna tenía nada que ver con la pregunta: nadie sabía lo que votaba. Sentí una enorme vergüenza cuando oí esas manifestaciones con proyección nacional, desde Cádiz, cuna de la libertad, ciudad tolerante y acogedora. Recordé a la señora de Vitoria y pensé que gente así es carne de políticos desaprensivos que explotan la ignorancia, que se acomodan en su estupidez y viven para siempre de ella, no importa bajo qué siglas se tengan que camuflar.
He disfrutado enormemente con los escritos de Dionisio, Pepe del Moral, Diego, Frafemar, Pedrajas. Intentáis adivinar desacuerdos en vuestros puntos de vista donde yo, por encima de los pequeños matices que os separan, veo importantes coincidencias: solidaridad, comprensión, espíritu crítico ante las injusticias. Admiro la labor integradora y desinteresada de nuestro querido Diego Rodríguez Vargas, que cree en los valores humanos como solución de los posibles conflictos derivados de leyes y estatutos que muchos creen peligrosos; y espero que vuestros constructivos debates, aliñados con experiencias personales desde visiones distintas, nos hagan ver mejor la realidad.
 
NOTA.‑ Absténganse los lectores de encasillarme en alguna opción política, ni adivinar aversión hacia cualquier sigla, porque seguro que se equivocarían: critico y opino siempre sobre hechos concretos y soy simpatizante incondicional del L.M.M.C.

Cádiz, 10 de marzo de 2006.

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Publicado en: 2006-03-11 (53 Lecturas)

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