Reflexiones de un lector perplejo sobre un libro extravagante: «La vida en un columpio»

Se podría afirmar que el interés de Jesús María Burgos al escribir este libro es el de contar la vida sencilla de un maestro –Burguillos– nacido algo antes de la Guerra Civil española y que, después de pasar por varios seminarios de clérigos, se convierte en educador, permaneciendo en este oficio durante toda su vida y atenazado, como particularidad que define su carácter, por la duda, siempre que tiene que tomar una decisión importante en su vida: matrimonio o soltería, labrador o educador, funcionario o contratado…
La duda en sí misma, como problema psicológico, puede haber sido el interés principal del autor de este libro, una duda que aparece enroscada en el alma del personaje durante toda su existencia y que permite calificar el argumento de dramático.

El autor sitúa al protagonista “columpiándose” entre internados de enseñanza y el campo, ambiente rural vivísimo que el lector, de la mano de Burguillos, va descubriendo. Aparece éste como un escenario complejo de relaciones espirituales entre hombres, campo y Dios, formando todo un submundo bien distinto y distante a los ambientes urbanos, y descrito con tanta frescura y realismo que el lector, por momentos, parece sentir el olor de la tierra después de la lluvia: “El aire y el sol dulce del otoño maduraban los frutos y clareaban el rostro estival de las mozas. Membrillos, manzanas… embalsamaban las viñas. Y en esa luz, entre risas y sarmientos verde esmeralda, días y días cortando racimos como de ámbar o de color berenjena. Una liebre asustada, un mocete que se enreda, cae y esparce su carga, desataban risas y jijeos frescos, enardecidos. La comida se agilizaba para pronto, sin dilación, comenzar la zambra. Pantomimas, tiznajos, desmadres…”.
Otro interés parece descubrir el lector. El protagonista es un educador de enseñanza media que destaca de los demás en ese periodo en España: muy bien instruido en conocimientos humanistas, lleno de valores morales, creativo en su profesión y trabajador infatigable. Pues bien, a pesar de todo, ese hombre ‑el personaje de la obra‑ no sólo no es gratificado por la sociedad, sino que ésta le ningunea y arrincona.  Si ese modelo de hombre, probablemente el arquetipo de ciudadano ideal de la Ilustración, del Krausismo… no es recompensado ni material ni moralmente por la sociedad, en ese caso, sin lugar a dudas, ‑trágicamente‑ la sociedad camina inexorablemente al suicidio. No obstante, a lo largo de la obra el autor va presentando a Burguillos protegido con dos corazas inexpugnables. Una es su formación intelectual, que podría haber sido sacada del Manual de Epicteto: “Siempre he creído que la vida es un prólogo del paraíso… Por lo mismo, siempre he incitado a vivirla en plenitud, porque vida no hay más que una. Y parece ser que si se vive bien, basta. Y si se vive mal, sobra”. La otra coraza es su fe, tan llena de poesía que parece haberla tomado prestada de San Juan: “Enséñame el lenguaje del amor. Haz que nunca, ni poéticamente, hable de tu luz si no la llevo escondida en mi vaso de barro”.
A lo largo de la obra el autor va haciendo, con precisión de cirujano, dicotomías en el alma de profesores, curas, seminaristas, estudiantes… para ofrecernos, al final, una perfecta autopsia de aquellos internados y seminarios de la segunda mitad del siglo pasado, razón por la cual el tema de este libro podría catalogarse, también, como perteneciente al ámbito de la historia.
Tres registros distintos podrían servir, por lo visto hasta ahora, para etiquetar el interés del libro: psicología, sociología e historia. Pero si huroneamos entre sus páginas encontramos que, como las muñecas rusas, un tema esconde a otro. ¿Acaso se podría negar su carácter pedagógico? Con sutileza, capítulo a capítulo, el autor va desgranando sus argumentos a favor de un modelo eficaz de enseñanza aunque, es en el capítulo sexto, principalmente, donde esboza toda una teoría pedagógica que, desconozco si es inédita o no, pero que a mí me parece tan sugerente y provechosa como la de Decroly o la de Neill.
Parece increíble que la vida de un sencillo educador pueda interesar al lector como si de una obra de Conan Doyl se tratara, probable consecuencia de la calidad espiritual del personaje, el ritmo de la trama y el excelente español utilizado, tan exquisito éste que, si no conociésemos la honorabilidad del autor del libro, se podría pensar fácilmente que muchos párrafos fueron sacados de textos inéditos de Quevedo o Cervantes: “El H. Administrador era de pata corta y mano larga. Craso y redondo, hacía recordar aquellas huchas de barro cocido, botijonas. Y que nunca se saciaban de monedas. ‘Fray Talegas’ o ‘Talego’ le llamaba Burguillos. Chusco era y cómico. Que bien les hacía reír. Todos, incluso los rectores, le tenían cierto respeto, porque era descarado y boquisuelto”.
Pero, al final del libro, el lector queda perplejo al descubrir que lo que probablemente ha estado leyendo es un libro extravagante sobre la antigua dialéctica respecto a la concepción pendular y cíclica de la vida frente a la rectilínea de un hombre de fe. La vida en un columpio es una metáfora de la vida misma: el hombre avanza y retrocede, va y viene, aparece y se esconde…., pero al final, a pesar del movimiento, siempre está en el mismo lugar, sujeto del mismo punto ‑¡del mismo punto!‑ y lo único que sí parece cambiar de verdad es el pensamiento, pero ¿de donde vienen y adonde van?
Jesús María Burgos escoge estos versos de Gerardo Diego para principiar el libro: “Los recuerdos que se pierden / ¿adónde van? / Las flores que se amustiaron / ¿en dónde están?”. El protagonista de la obra, Burguillos, está todo el tiempo dudando hasta de la duda, y su única certeza es la búsqueda, frenética, de ese punto fijo, y Altísimo, del que está colgado su columpio, para ver si es de ahí de donde vienen y a donde van sus pensamientos.
¿Será éste un libro de metafísica? Realmente, perplejidad es lo menos que produce este libro pensador y original.

Doña María Zambrano afirma que la poesía conduce a la verdad. ¿Y si lo hiciera mejor el amor? En este libro, el amor se palpa.

 

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Publicado en: 2005-02-09 (105 Lecturas).

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