ELLOS, HACE UNOS DÍAS, TAMBIÉN LO ESTABAN
No salen las palabras adecuadas. faltan adjetivos y nombres para definir el mazazo terrorista que conmovió Madrid, España y el mundo entero el pasado día 11 de Marzo.
¿Qué más da que hayan sido unos u otros? ¿Qué más da que haya sido ETA o Al Qaeda? No hay terroristas malos y menos malos: son simplemente terroristas, inhumanos, descerebrados, criminales, faltos de toda ética y moral, excepto la de las pistolas y las bombas.
Doscientos de los nuestros nos han abandonado para siempre. No eran gente destacada, pero sí muy importantes. Eran el pueblo. El pueblo que sueña, que sufre, que tiene ilusiones, que tiene problemas. Trabajadores con la ilusión de que sus familias vivieran mejor, estudiantes con la esperanza de labrarse un futuro prometedor. Doscientas vidas segadas. Doscientas familias rotas para siempre. Y sin motivo. Todo por la sinrazón ciega de quienes no razonan, de quienes quieren imponer sus ideas a la fuerza, de quienes no dialogan, de quienes no tienen el más mínimo aprecio por lo más sagrado: la vida.
Todos hemos muerto ese día un poco más. Podría haber sido cualquiera de nosotros quien viajara en alguno de esos trenes de la muerte. O nuestros padres, o nuestros hermanos, o nuestros amigos. Han escogido esos trenes como podrían haber puesto las bombas en cualquier otro.
Hemos hecho lo que debíamos. El personal especializado ha trabajado hasta la extenuación y, al día siguiente, once millones de españoles, bajo la lluvia, mostrando su más enérgica repulsa. Hemos luchado por contener la bestia salvaje que llevamos dentro y sólo nos queda que esto termine de una vez por todas, pedir y dar consuelo a las familias de las víctimas y fuerza para sobrellevar lo que les ha caído encima. Sólo podemos ayudar con nuestra comprensión y, quien sea creyente, con sus oraciones.
Inculquemos en nuestros niños y jóvenes la idea de que el odio sólo engendra odio, la violencia, sólo violencia y la intolerancia, sólo intolerancia. En cambio, el amor, la comprensión, la tolerancia, el diálogo… engendran todas estas virtudes que son más humanas que todos los motivos que pueda tener cualquier terrorista para quitar la vida a un semejante.
¡Ah! Mi hija pequeña suele llegar todos los días a Atocha más o menos a la hora que ocurrieron las explosiones y desembarca en el mismo andén que los pasajeros de la línea siniestrada. Ese día, afortunadamente, no fue a la Universidad. ¿Y si hubiera ido?
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Publicado en: 2004-03-20 (63 Lecturas)