Murió hace quince años

Desde el primer número de Tanteos siempre contamos con la colaboración de Antonio Gala, y a nuestra revista envió dedicada su primera obra teatral Los verdes campos del Edén. Mandó incluso una poesía que por error, del que doy fe, no incluyó su firma. “El último atardecer” se publicó en el n.º 5 de Tanteos en la Navidad de 1964 y el Año Nuevo de 1965.

Un Antonio Gala triunfante disertó en el Ateneo de Almería sobre “Teatro de hoy, teatro de mañana”. Yo le recordé aquel día lo que publicamos de él en Tanteos hacía entonces quince años. Rememorando la obra del padre de Jimmy Jiménez Arnau, Murió hace quince años, que interpretara como protagonista Francisco Rabal, para el cine, me publicaron un artículo en La voz de Almería.
«El ayer reverdece en la memoria
debajo de la acacia:
el beso que nos dieron a su sombra
los labios todavía nos abrasa.
Antonio Gala.
El 20 de diciembre de 1963, en el Teatro Nacional María Guerrero, se representó con éxito el premio Calderón de la Barca Los verdes campos del Edén. Seguramente Gala murió para la poesía y nació para el teatro, recordando que Carlos Bousoño encontraba en sus poemas monólogos dramáticos.
En aquel tiempo España entera se engalanaba para celebrar gloriosamente sus XXV Años de Paz y en aquella nación alegre y confiada se premia, bajo la supervisión del ministro de Información y Turismo, Fraga, la obra de un autor novel, cuya historia curiosamente es la de un hombre al que no de dejan ni morir en paz. Ya sé que era la historia de una redención con muchos simbolismos y en el ejemplar que el autor me dedica se citaba al suegro de Charlot: “Dicen que existe la paz en los verdes campos de Edén. Hay que morirse para averiguarlo”. Palabras fatalista de Eugene O’Neill enraizadas con las de Prevert: “Comed sobre la yerba, apresuraos; pronto la yerba comerá sobre vosotros…”.
Noviembre y un poco de yerba fue la segunda obra estrenada del dramaturgo andaluz. Un andaluz de pura cepa, como los viñedos de sus tierras cordobesas de Moriles, y como Séneca. Posiblemente a Gala se le olvide que fue el guionista cinematográfico que desearon nuestros divos como Sara Montiel para Esa mujer; quizá no tanto sus ideas políticas en artículos como “Las viudas”. En televisión ha presentado algunas series inolvidables: “Al final, esperanza”, “Paisajes con figuras”, “Si las piedras hablaran”. Hay dos obras de Gala que escribió en sus primeros tiempos y de las cuales no tengo noticias de su estreno y en las que, según me decía, tenía grandes ilusiones: El caracol ante el espejo y La piara sobre el acantilado. Sus éxitos más relevantes fueron Los buenos días perdidos y Anillos para una dama.
Conferenciante ameno y competente —lo avalan varios doctorados—, hablará en el Ateneo de Almería sobre “Teatro de hoy, teatro de mañana”.
En una revista de juventud, llamada Tanteos, hice la misma pregunta a los tres genuinos representantes del teatro español hace quince años sobre qué opinaban de “las tres unidades”, y cada uno contestó así:
“No comparto la tiranía aristotélica de las tres unidades, contra la que ya se rebeló Lope en su tiempo. El teatro no debe tener ninguna limitación previa, ya sea de preceptivas o de técnicas. Pero no me gusta la intromisión en el teatro de elementos cinematográficos. Es cómodo y facilón. Los grandes autores, desde Shakespeare a Molière, han hecho siempre ‘teatro teatral’”. (Alejandro Casona).
“Cuando escribí “Madrugada”, me pronuncié, de manera acaso excesiva en comentarios a la obra, a favor de la técnica de las tres unidades, frente a la técnica teatral abierta y más o me-nos emparentada con la del cine. Lo hice así porque, ante la excesiva facilidad con que el aprendiz de autor se acoge a técnicas abiertas que le alivian el problema de la construcción dramática, importaba. E importa recordar que el teatro es un duro oficio, cuyo aprendizaje no debemos escamotearnos y que el ejercicio de las tres unidades es algo que todo autor debe dominar”. (Antonio Buero Vallejo).
“La técnica que yo empleo es suelta, ágil, casi cinematográfica, con un desorden aparente: como la vida. Cuando las tres unidades me sean útiles, las emplearé. En otro caso, sería una torpe ortopedia, algo así como escayolar un miembro sano. El teatro actual no puede ser ya un ejercicio de virtuosismo, al que, por juego, se le pongan obstáculos de academia”. (Antonio Gala).
Como ven, cada cual opinaba según le iba.

De Antonio Gala he admirado siempre su seriedad aparentemente jocosa y que, al cabo de los años mantenga perennes aquellas ilusiones que me escribía en la Navidad, ya lejana, de 1963: “Como autor, servir. Situarme lo mejor posible allí donde el destino me ha situado. Mirar a mi momento y a mi pueblo. Decir la palabra que debo. No defraudar las responsabilidades que me han sobrevenido. Trabajar, trabajar, trabajar”».

29-03-10.
(68 lecturas).

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