También, como en la película El club de los poetas muertos, fue éste el grito de todos cuantos nos reunimos el día 19 de Septiembre en Úbeda. En el fondo lo que anhelábamos, como tantas otras veces, era reencontrarnos con él, abrazarle y escucharle, oír su cálida palabra y llenarnos de nuevo de entusiasmo.
No nos defraudó. Habló don Jesús. Su voz pausada, diáfana, plena de cariño, llenó nuestras almas de recuerdos de juventud, de ilusiones compartidas, de agradecimiento infinito.
Hacía cuarenta años de aquellos recuerdos que se apiñaban y unificaban en uno sólo: en la “Segunda División de don Jesús”. Un manojo de chavales entusiasmados, plenos de ilusiones, con verdaderas ansias de superación personal y colectiva. No fue inútil la dedicación, la entrega, el amor de un gran educador, de un hombre dedicado en cuerpo y alma durante día y noche, fiestas y domingos, en le curso y en vacaciones, a la formación integral de sus alumnos. Así era muy difícil no seguirle. A todos nos arrastraba, éramos una piña junto a él, eso se notaba y se podía oír: “¡Son de la Segunda, son de don Jesús!”.
Creó un estilo, un sello, una manera de ser. No sé “la cantidad” de Pedagogía, Psicopedagogía, Psicología evolutiva… que don Jesús habría estudiado, pero entonces y ahora, me parece que la conocía o intuía toda.
Decía Piaget que la afectividad es el combustible del aprendizaje. Maturana sitúa el amor como la dimensión humana y determinante para que un niño pueda educarse. Nosotros tuvimos la suerte de encontrar ese amor y afectividad en don Jesús. La acción educativa que desarrolló nos marcó de forma muy especial. Su plan pedagógico no está registrado en ningún libro de Pedagogía, pero sé que se fundamentaba en el gran principio que rige el mundo de la educación. Todo estaba impregnado del amor a sus alumnos.
Sus dotes de observación, su mirar continuo y profundo, nos hacía transparentes. La educación individualizada y personal era una realidad. A cada uno, según sus necesidades y capacidades: al tímido lo introducía en el deporte (la autoestima quedaba asegurada); al solitario, le buscaba pandilla más adecuada; al débil, le procuraba un buen vaso de leche, ya del comedor de los curas ya de la mismísima vaquería; incluso si alguno necesitaba distraer su mente atormentada y escrupulosa, no dudaba en llevarle al cine a ver a la guapísima Ivonne de Carlo en el papel de Séfora, en Los Diez Mandamientos.
También le preocupaba la socialización, la participación colectiva. A todos y para todos creó las “Academias”. En horas extras y tras una jornada laboral reglada e intensa, añadíamos algo más a nuestra formación. Periodismo, Teatro, Idiomas, Declamación, Pintura… eran algunos de los nombres de estas Academias. Aquellas actividades, aún a costa de horas de sueño, eran ilusionantes en las noches invernales de Úbeda.
El deporte era parte esencial en la formación de la “Segunda División”. Mens sana in corpore sano. Cuando en España apenas si se conocía otro deporte que el fútbol, los de don Jesús practicábamos baloncesto, balonvolea, balonmano, atletismo, tiro de jabalina, disco e incluso hubo alguno que intentó el tiro con honda consiguiendo como trofeo un pavo real en la “cantera” del Colegio. Las instalaciones también había que mejorarlas y allí estábamos, organizados en cuadrillas, con pico y pala, ampliando el campo de deportes o haciendo un foso para practicar saltos de atletismo.
A don Jesús le gustaba la comunicación. No éramos un grupo cerrado. Nuestras actividades traspasaban “aquellos tutelares muros”. Excursiones, representaciones teatrales, acampadas y convivencias en pueblos limítrofes eran frecuentes. Las calles de Lopera, Begíjar, Sabiote… saben de nuestra ilusión, de nuestra marcialidad, de las notas y compases de nuestro himno. No había nadie que se sintiera fuera del colectivo. La convivencia, la solidaridad, el esfuerzo, las ansias de superación, el amor por el arte, por la naturaleza, por el deporte, eran cualidades que rezumaba el grupo.
Aquella pedagogía del corazón aún da sus frutos. Una prueba más ha sido nuestro último encuentro en Úbeda donde se respiraba el espíritu de la “Segunda”.
Nuestra gratitud y admiración a “nuestro capitán”.
29-03-10.
(55 lecturas).
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