«En aquellas vacaciones traté de interceder con mis padres para que no repitieran los errores que los padres de mi madre habían cometido con ella, y siempre encontraron razones difíciles para no entenderlos». Gabriel García Márquez, Vivir para contarla, p. 272.
No hay errores en la cita. Y lo ha escrito un honorable premio Nobel. O sea, que todos nos equivocamos alguna vez. Por eso me atrevo a escribir estas líneas y las que le seguirán, pues si Gabo se equivoca, ¿por qué yo no?
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m. coloq. Lenguaje oscuro por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas.
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m. coloq. Confusión, desorden, lío.
Mis escritos no iban a seguir el sentido de la primera acepción, como es el caso de la cita de García Márquez. Pero, como serían una sarta de opiniones un tanto desordenadas, sí se acomodarían, en parte, a la segunda acepción. Pensaba —y pienso— hablar de todo un poco, a mi aire, con poco orden. «¡Oye, pero no puedes ser confuso, ni lioso!», me dice mi autocrítica. «Por tanto, no puedes utilizar el término galimatías para englobar tus escritos».
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f. pl. Espectáculo teatral ligero en que se alternan números de diverso carácter.
Ahora sí he acertado con el título genérico, porque mi aportación va a consistir en insertar números literarios de diverso carácter, que reflejen mi opinión y, si soy capaz, la opinión de la sociedad en la que me encuentro inmerso. «¡No seas pretencioso! ¿Quién eres tú para opinar por los que te rodean?».