Enviado y anotado por Manuel Verdera Casanova, con permiso del autor, Carlos Gallordo.
Qué pequeño ē er mundo… qué shico ē Cadī… y qué shico ē er Cort’Inglē nuevo, aunque por fuera parezca tan grande… No veā lo que me pasó l’otro díā allí… Yo no quería ir, pero ar finā me decidí y… bueno, na mā llegā me quedé flipao… ¡¡Qué grande, carajo!!… La verdā ē c’a quedao bonito. Aquello parecía Sevilla o Madrī… pero era Cadī…
Dentro nā, cuando le pregunte a lō niñō que viven por allí de qué barrio son, no dirán de la Barriada, ni de Bahía Blanca, ni de San Severiano; dirán que son der Cort’Inglē…
Bueno, al grano. El asunto ē que entré y me fui der tirón a comprarme unō carsonsillō, o sea, planta primera, sección de ropa interiō, área de caballerō… Cuando por fin l’ancuentro, me cocco de que la dependienta, la señorita Sonia, ē la hermana de la novia d’un colega, o sea, que se v’anterā tō Cádī de que a mí me guttan lo carsonsillō marcapaquete de colō negro, de la talla 42, con er filito blanco, marca Carvin Clein… Po.. un carajo pa Sonia y otro pa Carvin Clein… Ya me comprará mi mare en er Piojito[1] unō Ferry que ya vienen cagaō y tō…
De allí cogí y me fui a vē lō tenī, o sea, segunda planta, sección ocio y tiempo libre, área de deportē, apartao de carzado deportivo, ettantería de tenī pa corrē, de hombre… Y cuando m’ētoy fijando en unō naī, coge y s’aserca er dependiente… er señō Fernándē… Sū muertō; er colega coñazo de mi colega Enrique… y der tirón dise er nota con su voz de salī en la cuerda de bajō der coro de Julio Pardo[2]:
‑Hombre… ¿qué? ¿Ya v’ampezā a corrē por la playa, no? Eso ē bueno, que hay que bajā esa barriguita, que parece que llevā puetto uno de esō flotadorē de ahí. (Jajaja…).
Y me señaló con er deo un flotadō de pato que vendían en la sección de sillitā, sombrillā y mariconadā para la playa, que ettá pegada a la de deportē, cuya dependienta m’acabo de dā cuenta de que s’anterao y de que ē la Vero, una peazo de piba que trabajaba en Mango y que no veā cómo me ponía er susodisho… O sea, que s’anterao de lo de mi barriga: una menō en la litta… ¡Lō muertō der colega del Enrique!… Pō nā, a corrē deccarso…
Pa relajamme, me vi a llegā a la sección de diccō, a’scushā l’úrtimo compā de lō Battrirboi, segunda planta, sección de ocio y tiempo libre, área de música, apartado de superventā… Aquí’ttá…, me coloco lō caccō y, ea, a’scushā to’r dicco gratī.
Al lao mía tō lō aburríō de Cádī, que no fueron selecsionaō pa trabajā aquí, eccushando música pō la cara, tō de pie mirando por encima de lā ettanteríā… Yo también; pero de pronto me fijo y me veo ar Gómē de vigilante. Er Gómē era er que se llevaba toā lā cateā[3] cuando ettábamō en lō Salesianō y, míralo ahora, de vigilante… ¡Qué cabrón! Tō lō tontō tienen suerte… Pero… ¿no había hesho er Cort’Inglē un cattin pa contratā a lō mejorē?… ¿Cómo carajo han cogío ar Gómē?… Enshufao, fijo… ¿Y la pinta der nota?… Con el ariculā metío en la oreja y la shaquetita roja… s’abrá creío que ē un vigilante de la playa… Pō sí qu’ē verdā: de la sección de playa… Pō a mí ese nota no tiene cojonē de disirme nā; vamō, me dise argo y le doy trē guantā que… que… que… que ahora mimmo me vi a mangá er compā de lō Battrirboi… ¡Ea!… A la riñonera, por cabrón…
Pero jutto cuando m’ētoy metiendo er compā en la riñonera, eccusho una vō detrā, que me dice:
‑Caballero, ¿puedo ayudal‑le en argo?…
Y al volverme, me veo que la dependienta ē la Susana, la piba que le puso lō cuernō ar novio, cuando me la cogí en la fietta de fin de año del Baluarte[4], y que me dijo que ettaba tritte porque su novio ettaba en Barcelona haciendo unō cursō… Qué marrón pisha, de no saludarnō por la calle a cogerme con er compā de lō Battrirboi asomando por la riñonera… Ella también s’aquedao flipā. Me parece que se v’asé la loca… Y jutto en ese momento aparece er Gomē que, mientrā le coge er culo y le da un piquito, le dice:
‑Cariño, ¿te ettá molettando ette individuo?…
(Der tirón pensé: «individuo, tu puta madre… Mira quién era er cornúo de lō cursō en Barcelona. Lo que yo decía, un cabrón; un cornúo y un cabrón…», pero sólo lo pensé)… A lo que la cabrona de la señorita Susana responde:
«Pō sí; no sólo m’ettá molettando, sino que ademā s’a mangao er compā de lō Battrirboi»…
Hijaputa… Entonsē va er Gómē y me dice:
‑Caballero, va’tené utté c’acompañamme ar cuarto de lō vigilantē…
“¡¡¡Y un carajo!!!”… –pensé‑, aunque como digo eso fue lo que pensé, porque en verdā le dije que sí, totarmente acusharao… Er peaso de cabrón me cogió de un pellizco en er brazo que me recordó a lō que daba don Julián («er Pelohuevo» pa lō alurnō de Salesianō), er profesō que nō daba Pretecnología en er colegio. ¡Qué cabrón! ‑don Julián no, er Gomē‑. Bueno, lō dō; don Julián también…
Ahora que me fijo, ¡’ta fuerte er Gómē!, ¿eh?… Me lleva trincao como un guiñapo. Se ve que l’an valío lō cursillō esō c’attao yendo pa currá aquí. Totā, qu’er nota me llevaba agarrao par’ cuartito de lō vigilantē con er compā de lō Battrirboi asomando por la riñonera… ¡Qué vergüenza, pisha! To’ Cádī en er Cort’Inglē y yo medio esposao y con un compā de lō niñatō esō… Ademā, er cabrón der Gómē va en plan Maiquer Nai por lō pasillō, pa que lo vea la gente… El hijoputa…
Encima tengo que ir saludando a t’or mundo… Ar pasā por la sección de comméticō, a la Yeni Shica, la que más vendía en er Vía Milano y a la que mejón culo le hacían lō pantalonē a cuadrō del uniforme… digo le hacían, porque ahora con la fardita de la señorita Rotermellē que l’an puetto d’uniforme… También saludé ar Cabesa; ar finā er cabrón s’a colocao de encargao de vettí a lā maniquī de la sección de lencería fina. Fijo que s’atirao a más de una… Y ar Juanito, que ha pasao d’ettá to’r día pescando en er puente[5] con una mala pinta der carajo, a ir to’r día de shaqueta… ‘Aro, asín le quea…
Lo peō ettaba pō llegā. Pasā pō delante der rettaurante qu’ettaba to’mpetao, que l’a quitao la clientela hatta al Letrán[6], aunque varga tresientā pesetā una servesa; pero es que la gente en Cádī, con tar de figurā… pō no veā. No veā la que se montó cuando pasamō entre lā mesā, porque ar cornúo der Gómē se l’abía antojao saludá a lō camarerō… To’r mundo de pie, aplaudiéndole por trincarme… Y de pronto me fijo y aplaudiendo en frente mía er dueño del supermercao dabajo mi casa, donde iba’ntrá’currá dedd’el lunē… Ar carajo er dinero par’carné der Cádī, y ar Gómē habia que vel‑lo, que paresía c’abía cogío ar que mató a Kennedy… ¡Sū muertō!…
Bajamō a la planta baja y nō metimō en el Hipercō, que es como la plaza[7] pero sin gritō, sin jaleo, sin pette a peccao, sin siego vendiendo cuponē, sin vieja vendiendo romero, sin nota arrattrando caja de hielo, sin coshinō vettíō de Teófila, sin caballā vettíā de jugadorē der Cádī, sin, sin… «¡¡¡Sinvergüenzā!!!…», me gritaron dō maríā que ettaban comprando, porque eso sí, maríā sí que tiene el Hipercō, iguā que la plaza, vamō que son lā mismā, porque aunque lā monā se vittan de seda… el autobū va’seguí subiendo… ¿no er’asín?… Da iguā, er caso ē que lā dō marī ettuvieron a punto de darme con lō borsō y tō mientras me disían:
‑¡¡¡Drogaditto!!!… .¡¡¡’ta ē la joventū de Cádī!!!… ¡¡¡Aprende de tō lō shavalē que trabajan aquí!!!… ¡¡¡La curpa ē de lō padrē, que no lō enseñan a base de palō!!!…
De repente una consiguió arcanzarme con er borso y, al darme, se le cayó de dentro un pac de trē latā d’atún, d’esā con abrefásī, que me dejó medio inconciente… Y ar carajote der Gómē no se le ocure otra cosa que disil‑le:
‑Tenga cuidao, señora, que se le caen lā cosā der borso…
Carajote. Ademā de cornúo, carajote… En fin, c’atravesando tol’Hipercō, s’escusha:
‑¡¡¡Gómē, cabrón!!!… Y er nota se puso más colorao que la shaqueta… Se quedó to’ mocqueao, pero no sabía quién había hesho[8]. Yo sí; había hesho er Titi, que s’abía venío d’attillerō pa currá de reponedō, con la peshā de limā que s’abía dao conmigo en metā… ahora eso sí, lā uñā lā tenía iguā de negrā, antē por la grasa y ahora por limpiā y colocā la fruta…
Mōqueao, er sieso der Gómē apretó er pellicco hatta que llegamō a la puerta der cuarto de lō vigilantē. Entonsē me sortó y me dijo:
‑Como t’acerquē otra vē a mi novia, te rajo, cabronazo…
Y me dio una patá en er pesho que abrí la puerta con la’sparda y caí en mitá der cuartito de lō vigilantē… Carajo con er Gómē… ¿Quién l’a dao lō cursillō?… ¿Ettiven Sigal?…
Ar fondo de la habitasión había dō peasō de pibā, también vigilantē, vettíā con sū respertivā shaquetā rojā… Me recuerda Uve, pensé… Una era, por cierto, la hija del del’armacén de la esquina de la casa mi tía, que ya’ttaba jarta d’aguantá pamplinā de lō clientē y decidió meterse a vigilante en busca de acción… Hay gente pā tō… Bueno, el rollo ē que entre lā dō pibā había un sillón que de pronto se dio la vuelta, como en lō ángelē de Shal‑li o el inspertor Gashe y apareció… ¡¡¡Don Julián!!!…
Ahora lo entiendo todo: er pellicco, la patá en er pesho… Hijoputa, ¿quién iba ahora a enseñā en lō Salesianō a colocā lō pelillō en la segueta?… Luego m’enteré de que por lo vitto, lo medio esharon der colegio porque, iguā que don Bocco, siempre ettaba rodeao de niñō, pero no solo en er colegio, también se llevaba arguno que otro a su casa pā enseñal‑le a cogē er mango de la segueta y lō pelillō…
Se vino pā mí, me pegó trē guantā de categoría y le dio a un botón que tenía en la mesa… De repente, toda la parē de atrā se levantó y aparesimō… delante der rettaurante… con tō lō mā mejorē mediō de comunicación de la bahía grabándome… Canar Cádī, Ondalū, Antena Bahía, Telepuerto, Ondajerē… y yo tō avergonsao con er compā de lō Battrirboi asomando por la riñonera…
Don Julián, er Pelohuevo, me dijo que tenía deresho a hacer una llamada y la hice. Llamé a mi mare y le dije que metiera una cinta en er vídeo y le diera ar botón rojo der mando… Así m’aseguraba de que ar menō ella no lo vería. Siempre que le digo que me grabe argo s’equivoca de botonē o mete la cinta ar revē… Er caso ē que se pone a tocā y sin sabel‑lo quita hatta l’antena…
Bueno, allí ettaba yo, delante de tō Cádī, lō que trabajan allí, lō que habían ido a figurā, lō que ettán en sū casā viéndome por la tele… y er Gómē, er cornúo der Gómē, con una pinta de Yein Bon que te cagā. Por megafonía s’escushaba:
‑Ettimadō clientē: lē informamō que ha sío detenío, grasiā al eficiente trabajo de nuettro vigilante Juan Miguer Gómē, er primer ladrón que ha intentado robar en ette centro. Si quieren vel‑lo a él y presenciā de paso la ceremonia de iniciación de nuettrō nuevō empleadō, pueden acercarse a nuettro rettaurante. La ceremonia dará comienzo en brevē inttantē. Epperamō que disfruten de la velada. Graciā. (Din, don, din…).
¿Ceremonia de iniciación?… ¿Qué carajo ē eso, Diō mío de mi arma?…
‑Tiene la palabra er jefe der departamento de seguridad, don Julián Gutierrē… ‑“Pelohuevo”, pensé yo…
‑En er mundo hay dō tipō de personā ‑dijo don Julián‑: lō que venden y lō que compran; nosotrō vendemō, uttedē compran. Pero, desgraciadamente, con cierta frecuencia aparecen individuō que alienadō por algún tipo de influencia negativa, no hacen sino dittorsionar l’armonía deseada por el retto de sū semejantē. Ettō individuō deben ser recondusidō, deben ser reeducadō de nuevo por etta su sociedad, hatta hacel‑lō definirse por uno u otro lado. Por fortuna, ettá en nuettrā manō el conseguil‑lo, ettá en nuettrā manō la fórmula que permitirá que ette desorientado individuo se defina como ciudadano. Esa fórmula no ē otra que la ceremonia de iniciación…
La gente aplaudió emocionada… se eccusharon incluso algunō vivā a don Julián y algún que otro “Gómē, cabrón” por parte der Titi, camuflado entre el griterío. En ese momento, er Pelohuevo, digo, don Julián, tomó de nuevo la palabra:
‑La seremonia de iniciación va a ser en ette caso un ritual doble, va a servir no sólo para iniciar a ette individuo (“individuo, tu puta madre…”, pero sólo lo pensé…) en la sociedad, sino también para iniciar a nuettrō nuevō empleadō en er papel del educador, del enseñante, del maettro. La ceremonia se iniciará de la siguiente manera: Todō nuettrō empleadō formarán una fila y, a mi señal, irán acercándose uno a uno hatta er detenido para dal‑le una guantā, a la vez que pronuncian el eslogan de la casa: “eppecialittā en ti”. Deberán dal‑le una guantā por cada palabra del eslogan, alternando palabra y guantā hatta completar la frase… ¡¡¡Que comience la ceremonia!!!…
El primero de la fila era el hijo de puta con su puta madre der Gómē; luego er Titi (que ettuvo to’r tiempo poniéndole cuennō ar Gómē en la fila); la Susana, la guarra del baluarte; la Vero, ex de Mango; la Yeni Shica, ex de Via Milano; la señorita Sonia, la de Carvin Clein; er señor Fernandē, er de lō tenī; er Cabeza, er Juanito, la hija del armacenero… medio Cádī, er medio Cádī que era vendedō…
Enfrente el otro medio, er medio Cádī compradō… 1 500 empleaō, trē palabrā, trē guantā… 4 500 palabrā… 4 500 guantā… Y tō por un compā de mierda de lō Battrirboi que vale trē talegō… ¡Lō muertō er Gómē…!
Ar finā, sólo pude hacē dō cosā: la primera, alegrarme de que el eslogan fuera cortito; si hubieran cogido er de “Ya ē primavera en er Cort’inglē” o er de “Si no queda satīfesho le devorvemō su dinero”, todavía me ettarían dando guantā…; la segunda cosa que hice fue pagá er puto compā de lō Battrirboi y así definirme como comprador…
Ahora, eso sí; cuando fui a pagal‑le er compā a la Susana, sabiendo ya que era la novia der Gómē, le pegué trē parmaditā en er culo, a la vez que le decía: «eppesialittā en ti»…
Editado el 12-05-05.
Lecturas: 86.
[1] Piojito: Se refiere el autor al mercadillo de los gitanos de los lunes. Aunque actualmente su ubicación está en la Barriada de la Paz, después de haber pasado por varios sitios, conserva el nombre de Piojito porque su primera ubicación fue en la Plaza del Piojito.
[2] Julio Pardo: Es un autor del Carnaval gaditano, famoso por los coros que saca a concurso.
[3] Catea: Colleja, golpe que se da en la nuca con la palma de la mano.
[4] Baluarte: Baluarte de los Mártires, famoso restaurante para eventos y celebraciones.
[5] Puente: Puente Carranza, lugar donde la mayoría de los parados de Cádiz pasan el tiempo pescando.
[6] Letrán : Bar famoso en Cádiz, de precios económicos.
[7] La plaza: Mercado de abastos. Es famosa la fiesta de “Tosantos” en Cádiz. (1 de noviembre). Los puestos de la plaza concursan, disfrazando el género que ofrecen. Visten a los pollos, cerdos, besugos, lechugas, tomates… haciéndolos parecerse a políticos, famosos…
[8] Había hecho: Expresión que suttituye a: “había sido” “fui” o “fue”. Muy utilizada sobre todo en los juzgados de primera instancia. Ej. “Yo no había hecho, Sr. Juez, había hecho er cagalera”.