Una boda de ensueño

Por Fernando Sánchez Resa.

Estábamos a las puertas de la feria de Úbeda (27 de septiembre), cuando tuvimos la suerte de ser invitados al casamiento católico de la hija de nuestros queridos amigos M.ª Carmen y Práxedes. Su original y sencilla invitación ya adelantaba este dichoso acontecimiento.

La mañana sabatina, en este improvisado otoño, se mostraba fresca aunque soleada, mientras la parroquia de San Pablo abría tres de sus cuatro puertas para que invitados y curiosos accediesen a su interior, adonde siempre se puede admirar su riqueza arquitectónica y ornamental: resumen (en piedra) de la trepidante historia ubetense.

Llegó, como era de esperar, primeramente Jorge, el novio, poco antes de las 12:30, del brazo de su madre‑madrina, para no romper la tradición. Y, un poco más tarde, se presentó radiante Inma, la esplendorosa y gentil novia, del brazo de su orgulloso padre. Los numerososo invitados (entre los que destacaba mayoritariamente gente joven y guapa, originalmente ataviada para la ocasión), asistieron contentos y expectantes a toda la parafernalia del esperado casamiento. Fotos, vídeos, charlas desenfadas, risas y encuentros dibujaron un sonriente panorama, sumamente evocador…

La ceremonia nupcial fue incardinada en la misa religiosa, en la que las escogidas lecturas (llevadas a cabo por diferentes familiares) resaltaron el cuadro del sentimiento amoroso que allí se estaba conformando. Los cantos del coro, compuesto por jóvenes y afinadas voces, tintaron de alegría y colorido, aún más intensos, la ceremonia católica… Y la prédica del sacerdote oficiante, nuevo párroco de la parroquia, evocó mediante sencillas y tiernas palabras el reinado del amor que Dios había infundido en las jóvenes vidas de los contrayentes, deseándoles que fuesen marido y mujer para siempre. Nos sorprendió a todos que el propio oficiante religioso dejase que los sonoros y sentidos aplausos inundasen el recinto sagrado, cuando se casaron o besaron los novios; incluso que él mismo exclamase en alta voz: «¡Vivan los novios…!» Más de uno pensó: «Algo está cambiando en esta nueva Iglesia católica…». ¿Será mensaje u orden directa del Papa actual, con el fin de hacer la celebración religiosa más participativa y natural e incluso la propia unión matrimonial, más cercana y sugestiva…?

La firma del contrato matrimonial religioso, en la sacristía, fue más que un glamuroso acto, pues había tantas cámaras para inmortalizar el momento que alguno creyó que era para plasmarlo, como las parejas famosas, después en papel cuché. También las múltiples fotos en el altar mayor, que se hicieron después, servirán de grato recuerdo de todo lo allí acontecido…

Y si la entrada de los contrayentes y familia fue por la puerta oeste (la de los Carpinteros), la salida de los novios, ya felices esposos, se produjo por la zona sur (la escalinata de la puerta principal), en donde una legión de invitados esperaba, ansiosa y expectante, para lanzar arroz y pétalos de rosa, augurándoles (con intenciones y gritos) feliz vida de casados… Después, llegó la oportuna foto de familia, con todos los asistentes al acto religioso, que no cabían en la amplia escalinata, y que servirá para testificar la masiva asistencia que se produjo en este feliz evento…

Y ya cada invitado, como pudo (en taxi, con coche propio, de amigos o familiar), accedió al hotel Ciudad de Úbeda para celebrar el opíparo convite. La copa de espera, en sus inmensos jardines, sentó estupendamente a todos los invitados pues iban deseosos de ese primer trago y ese primer aperitivo que tan bien sienta… Luego, llegaron más bebidas y variados y sabrosos aperitivos hasta que arribaron los novios. Entonces, la hermana menor de la novia, juntamente con otra amiga, ofreciéronle a los recién casados el regalo visual y plástico más bonito y tierno: una coreografía, cual sentimental tarjeta de visita, especialmente a esa guapa novia, su hermana, que también es tan amante de la danza y el baile; y que tan buena gala sabe hacer a sus alumnos, con su maestría natural… También, Daniel, el barbado hermano del novio, acompañó entusiásticamente a la guitarra…

Después, llegó la entrada oficial de los novios en el salón, brindando con todos los invitados por el momento crucial que todos estaban viviendo. Entonces, comenzó la opípara comida, en la que las conversaciones y buenos encuentros de cada cual en sus concertadas mesas, así como la presencia doble (del pescado y de la carne) redondearon una agradable y calurosa tarde, pues, aunque encendían de forma intermitente el aire acondicionado, el calor era tal que bastante gente hubo de salirse al patio para respirar y refrescarse; aunque algunos también lo hicieron para fumar y charlar desenfadadamente…

Hasta que llegaron las palabras de agradecimiento de los novios a todo el mundo, micrófono en mano, teniendo un recuerdo especial para las respectivas abuelas que estaban muy presentes en esta boda, pero desde el cielo…

Luego, llegó el intrépido, gracioso y enternecedor vídeo, donde hasta los familiares más íntimos y mayores hicieron gala de su desenfado juvenil, bailando modernamente las músicas que los contrayentes o su entorno habían preparado.

Con el delicioso postre (que a algunos supo a poco, sobre todo a los dulceros), las bebidas y el café, se remató la jornada en el amplio salón de celebraciones, colmando de fotografías y bellos recuerdos todo lo sucedido, pues los modernos aparatos electrónicos y fotográficos pululaban por doquier… Todo se fue grabando (interna y externamente) para que la frágil memoria humana no olvidase lo dulcemente acontecido… Y, finalmente, los novios fueron pasando por las mesas para departir con todos los invitados y entregar sus originales regalos, recibiendo (a cambio) los sobres correspondientes que les servirán como primer impulso económico y de gran ayuda para emprender la trepidante vida en común que les esperaba…

Entonces, fue llegado el momento de bajar al sótano del hotel, a la sala acondicionada para tal efecto, para que durante tres horas hubiese barra libre, charlas desenfadas, baile y ruidosa música, celebrando (como toda boda se merece) este feliz momento. No podía ser de otra manera. En el salón, se encontraba instalado el bar, en su cuadrilátero central; y, en un rincón del mismo, el conjunto musical, Ánima adversa, al que perteneció Dani, el hermano del novio, amenizó el momento con estridentes y melódicas músicas juveniles. Ese día sirvió para cantar e interpretar, todos juntos, algunas de sus más conocidas composiciones. Incluso interpretaron una canción, compuesta ex profeso para los novios, con mucho sentimiento, gancho y entusiasmo… Los invitados, según edad, degustaron el momento: los jóvenes, bebiendo, escuchando música y danzando; los más mayores, sentados en los sillones que circunvalaban la sala y observando la película que se mostraba ante sus ojos; y los de mediana o mayor edad, admirando a los danzantes o protagonizando ellos mismos su propio momento álgido y espectacular de la noche… Hubo tres horas de barra libre, hasta las once aproximadamente, aunque los novios y su gran pandilla seguirían la fiesta en la feria ubetense…

Y dio comienzo el baile nupcial, primeramente con una sentida danza de la novia que mostró garbo, elasticidad, elegancia e inteligencia a raudales, en ese difícil arte, donde la belleza del momento, mostrada en el claroscuro de la sala, se vio plasmada en estudiadas poses y difíciles contorsiones que demostraron cuan válida es Inma para esta disciplina. A continuación, los padres y el resto de familia bailaron agarrados y sueltos todo cuanto les vino en gana… Mientras algunos, los menos bailones, hicieron mutis por el foro; otros, los más, permanecieron hasta última hora, aunque más tarde sus cuerpos tributasen (en el lecho) toda la batalla campal que les habían proporcionado…

Y llegó sigilosa y festiva la entrañable noche; y todo el mundo (contento y feliz) marchó a sus casas o a sus nuevos placeres, mientras la gente joven no quiso dejar la diversión y aprovechó para acercarse a la recién estrenada feria (juntamente con los recién casados), protagonizando una nueva jornada nocturna en blanco, pues el momento así lo aconsejaba… Ya llegarán otros tiempos en los que hijos, padres o deteriorada salud impidan estos excesos…

Al día siguiente, anticipo de la festividad de San Miguel Arcángel, Jorge e Inma marcharían a Nueva Zelanda ‑su viaje de novios‑, en busca de la prometida y esperanzada tierra del kiwi, que con sus buenas cualidades terapéuticas, nutritivas y de felicidad… serán buen presagio del común camino emprendido…

¡Felicidades a los esposos, Inma y Jorge (o viceversa, que tanto monta…)! Os deseo una larga, feliz y fructífera vida, unidos para siempre en vuestro amor… Y lo mismo les deseo a vuestras respectivas familias: que también lo vean y disfruten durante muchísimos años…

Un fuerte abrazo…

Úbeda, 5 de noviembre de 2014.

 

fsresa@gmail.com

Deja una respuesta