Por José del Moral de la Vega.
Es difícil imaginar una Navidad en España sin mantecados, evidencia de su aceptación por la mayoría de los españoles, pero muy pocos de estos podrían contar algo de su historia.
A mediados del pasado siglo, un alto funcionario del Ministerio de Agricultura de España fue invitado a visitar un centro de investigación francés, cuya actividad principal era la obtención de nuevas variedades de trigo.
Admirado por una de aquellas variedades, el funcionario español, en un descuido de sus anfitriones, no pudo vencer la tentación de coger un puñado y guardárselo en el bolsillo.