Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5. La cruenta guerra de los despachos.
Sirvieron los platos, trajeron más vino, subió el tono de las conversaciones y Soriano se animó a contar un par de chistes moderadamente verdes. Barroso dijo que aquella tarde el Barcelona jugaba fuera de casa y no tenía demasiada prisa por regresar.
―Por cierto, ¿qué hacemos con mi coche? ―preguntó Soriano—.