Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.- ¿Tenemos un plan “B”?
Lo que más le preocupaba era que la peluquera encontrase un cliente con posibilidades. Sin cliente no habría venta y sin venta surgirían serios problemas. Al mediodía, la llamó y, por su forma de hablar, le dio la impresión de que estaba algo nerviosa. Pensaba preguntarle si había encontrado un cliente con el suficiente potencial de compra y, de camino, pedirle algunos detalles para romper el hielo, como por ejemplo: a qué se dedicaba, de dónde procedía su fortuna, cuántos hijos tenía, y todos esos pormenores tan importantes para iniciar con buen pie una relación. Pero no hizo falta, porque María Luisa aún no tenía cliente. No obstante, le dijo que no se preocupara, que el mejor día de trabajo era el viernes y que, sobre todo por la tarde, las señoras acudían a hacerse mechas, tintes, recogidos de cabello, peinados y maquillajes, para estar guapas el fin de semana. Lo dijo de carrerilla, como el padrenuestro.