“Los pinares de la sierra”, 134

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

2.- Loli y sus papás.

Pasó Paco por las mesas, entregó las cámaras fotográficas y observó que la chica, que acompañaba al matrimonio, era una señorita discreta, alegre, delgadita y con unas gafas que le daban cierto aire intelectual. Se veía a legua que, con su aire sencillo y modosito, se comía con los ojos al vendedor, que estaba como un flan por su corta experiencia en estas lides. Para lucirse ante la familia, Paco preguntó el nombre de la muchacha, sacó el boleto del sorteo y, en lugar de poner los nombres y apellidos de los padres –como hubiera sido natural–, escribió de su puño y letra unas palabras especiales: “Loli y sus papás”.

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