Por Mariano Valcárcel González.
¡Estoy hasta los güevos de todos!
Permitidme que use de mi libertad de opinión –faltaría más–, para expresarme adecuadamente a los modos y los momentos que vivimos. Y para explayarme y quedarme tan ancho. Como ejemplo, citaré a Figueras, primer presidente de la primera república, que le espetó al consejo de ministros: «¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!»; y no paró de correr hasta llegar a París.