Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- Un trato amable y amistoso.
Si los clientes aceptaban la propuesta de buen grado –algo que raras veces sucedía–, Sultán se comportaba como un corderito; pero si el animal advertía gestos hostiles o palabras malsonantes destinadas a Ezcurra, entonces levantaba la cabeza, enseñaba los dientes y mostraba su inequívoca voluntad de intervenir, emitiendo un sonido gutural, sordo y amenazante. Era especialmente sensible a ciertas frases vejatorias dirigidas a su jefe o su actividad profesional, como por ejemplo: «Esto es un atraco» o bien, «Ustedes son unos sinvergüenzas y unos estafadores». En casos así, Fidel echaba mano de las palabras mágicas: «Dranguilo, Zultán». Y en un instante volvía la calma, y las partes en conflicto llegaban a un acuerdo, porque a pesar de que la lucha libre le había dejado bastante sonado, mantenía un corazón sensible y amante de los animales.