Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- El humillante despido de Martini Rojo.
―Mira, Martín, la primera empresa en la que trabajé era una pequeña comercial para vender máquinas de coser a puerta fría. No había personal fijo, no teníamos contrato ni una puta oficina en la que sentarnos a charlar con la dirección, como tú y yo estamos haciendo ahora. Yo era el más joven del equipo. ¿Vale? Cada día, a las siete de la mañana, cargábamos las máquinas en una vieja furgoneta e íbamos por los pueblos de casa en casa, hasta que alguna buena mujer nos permitía dejarle a prueba la mercancía.