Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.-A la espera del señor Recasens.
Entre unas cosas y otras, se nos hizo excesivamente tarde y, al día siguiente, llegué al banco sofocado, con un humor de mil demonios y quince minutos de retraso.
―Buenos días, jovencito, ¿se le han pegado las sábanas esta mañana?