“Los pinares de la sierra”, 49

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

VIII

1.- Anulación de la venta y consuelo de Graciela.

Lo que más me dolía no era ver cómo volaban de mi bolsillo aquellas treinta mil pesetas que tanta falta me hacían y que ya daba por ganadas. Tenía pensado comprarle a mi madre una pulsera de oro que costaba siete mil, y con el resto renovar mi vestuario para estar a la altura de Paco, ahora que empezaba a salir con Gracy. ¡Comprar, comprar! Cuánta razón tenía el señor Bueno cuando decía que el sentimiento más profundo del alma humana era ganar dinero para satisfacer nuestras necesidades y caprichos. No obstante, en aquella ocasión, lo que más me disgustaba no era el dinero, sino presentarme en “Los intocables” ante Paco y las chicas, confesarles mi fracaso, y decepcionar a Genny, que también habría ganado unas pesetillas si la operación se hubiera llevado a cabo. Eso, sin contar con las bromas y los comentarios de Paco, que se pintaba solo para burlarse de las contrariedades de los demás.

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