Por José María Berzosa Sánchez.
34.18. Prosopopeya.
Consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o a los seres irracionales las del hombre.
Antiguos Alumnos de Magisterio SAFA (AAMSU)
Por José María Berzosa Sánchez.
34.18. Prosopopeya.
Consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o a los seres irracionales las del hombre.
Por Juan Antonio Fernández Arévalo.
El día 29 de septiembre de 1938, el primer ministro británico, A. Neville Chamberlain, su homólogo francés, Édouard Daladier, y los dictadores italiano y alemán, Benito Mussolini y Adolf Hitler, firmaron los acuerdos de Münich, por los cuales la región de los Sudetes, que pertenecía a Checoslovaquia, pasaría a manos de Alemania, alegándose que la mayoría de la población era de origen germano.
Por Manuel Jurado López.
DECLARACIÓN
En este asunto –un tanto delicado-
habrá que ir por partes. Bien, de acuerdo:
no soy el que esperabas. Tengo arritmia
-no mido bien los versos-, luzco ojeras
profundas en el alma, dessoneto,
no plancho mis camisas y no marco
las pausas, se me ha agudizado el asma,
herencia del tiempo de la humedad
de tus labios, de tu melena limpia.
Por Mariano Valcárcel González.
Cuando daba clases de fotografía, les decía a mis alumnos que no siempre las fotos representaban la realidad objetiva, que no siempre eran verdad. Aunque también es verdad lo contrario; que, a veces, una foto es una verdad manifiesta.
Hay fotografías que te estallan en los ojos, que te ciegan con su tremenda verdad, esa que no quisiéramos ver, ni entender, ni conocer. Hay fotografías que duelen. Ya puse algún ejemplo en un trabajo de hace tiempo. Hay fotografías que te ponen en tu sitio, en el que no quisieras estar; que te llaman imperiosamente a tu conciencia. Las hay ejemplares.
Por José María Berzosa Sánchez.
34.13. Metagoge.
Es un intento de prosopopeya, por el que se aplica propiedades humanas a cosas inanimadas: un cielo risueño nos envolvía.
A).
Un tarareo de música. Un trote de teclas. CP, 49.
B).
El caserío del Este se concreta; el del Oeste, trepa definido y exacto, azoteas sobre azoteas, aún no quietas como habrán de fingirse durante el dominio de la luz, sino temblorosas, ateridas acaso, o desentumeciéndose. MC.
C).
… solitarias y en penumbra tras la celosía del confesonario, caras y voces infantiles murmurando pecados con una gramática amedrentada de catecismo. Pl.
Por Manuel Jurado López.
XVI
El sol, en su caída,
hundía sobre el mar
su castillo de fuegos
-¡cuanta luz roja!-,
la piel de mil naranjas
y un derrame violáceo
de cuerpo de doncella.
Por Fernando Sánchez Resa.
Habiendo estado un par de veces en la recreación del tránsito de san Juan de la Cruz, en su Oratorio de Úbeda (aunque apretujado y de pie, entre el mucho público asistente; o incluso en la misma puerta del zaguán), la noche del 13 al 14 de diciembre de 2016 no quería perdérmela, pues se cumplía el 425º aniversario de su muerte en nuestra ciudad y pretendía emular a otros ciudadanos ubetenses y foráneos (que tuvieron mucho más mérito que yo, desplazándose desde Málaga, Sevilla, Segovia, Ávila…). ¡Es tanta la admiración y devoción que despierta nuestro excelso y santo poeta!
Por Manuel Jurado López.
XI
Pocas cosas necesita la noche
para encender su enjambre de luciérnagas
en el bosque colgante del espacio.
Por Mariano Valcárcel González.
Alguien tal vez se haya preguntado por qué solo alguna vez, o casi nunca, escribo sobre mi provincia, mi Jaén; sobre mi pueblo, mi Úbeda. Por qué mantengo un silencio casi continuo sobre estos temas tan próximos en el interés y físicamente; al fin y al cabo ‑y es verdad‑, soy nacido aquí; aquí desarrollé gran parte de mi trabajo; de acá es mi mujer y son mis hijas; vivo aquí y, si no hay remedio ‑que no lo hay‑, aquí moriré, pues. Cierto. Y debiera unirme al coro cantor de laudes y albricias que tanto abunda por estos pagos.
Por Jesús Ferrer Criado.
Algunos detalles muchas veces embarazosos y que probablemente no habían sido referidos jamás son ahora aireados ante toda la audiencia. El presentador les sonsaca queriendo hacer espectáculo de su azarosa biografía. Y es que al final, en televisión, la audiencia manda y hay que servir algo de carnaza al respetable (?), aunque parece que cada invitado puede establecer líneas rojas y temas o detalles de los que no se puede hablar. Por supuesto, se evitan nombres propios de cónyuges y otros afectados.