ADVERTENCIA

Por José María Berzosa Sánchez.

Tanto en singular como en plural, no procede andar distinguiendo y citando las formas masculina y femenina, como si respondieran a la distinción ‘hombre’ y ‘mujer’. Rafael Lapesa en su Historia de la lengua española, §36.4, dice: «Semejante es el caso de los plurales hispanorrománicos: los padres ‘el padre y la madre’, los reyes ‘el rey y la reina’, los duques ‘el duque y la duquesa’, los guardas ‘el guarda y la guardesa’, los hermanos, los hijos, etc., inclusivos de varones y hembras».

Emilio Alarcos en su Gramática de la lengua española, §74, dice: «De los dos géneros, el masculino es el de mayor extensión, y el femenino el de mayor intensión. Quiere esto decir que cuando el uso lingüístico ha decidido la indistinción de los géneros, lo que se emplea en la expresión es el significante propio del masculino». Y más adelante, en el §78 añade: «El singular, además de aludir muchas veces a un solo ejemplar de la clase en cuestión, puede también referirse al conjunto total de objetos incluidos en ella, con lo cual resulta equiparable con el plural, como El hombre es mortal = Los hombres son mortales».

De ahí que en la expresión Uno de los posibles autores es una mujer quepa también como autor un hombre; mientras que si decimos Una de las posibles autoras suponemos que todas son mujeres. La costumbre actual de nombrar a *«el alumno y la alumna», a *«todas y todos ustedes» es contraria al uso establecido en nuestra lengua.

Por lo tanto, los hombres sólo están en el género masculino; y las mujeres están en ambos géneros. Así que, si digo «Las premiadas», ellas solo están; pero si digo «Los premiados», podemos estar ellas y nosotros. Por lo tanto, no os sintáis ‑mujeres‑ discriminadas en la expresión lingüística, sino incluidas intensa y doblemente en dicha normal expresión.

Adiós, muchachos: ellas y ellos. Adiós muchachas: ellas. ¿Vale?

berzosa43@gmail.com

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