Por Mariano Valcárcel González.
—Ponles otra ronda a esos.
El tabernero, displicente, hace que va hacia dos que hay en el rincón de la barra y que les indica lo mandado. Vuelve.
—No, que dicen que ya se van.
No hay un «gracias»por parte de los invitados, ni siquiera una mirada de reconocimiento. Ni miran.