Crónicas de la soledad, 05

Por Mariano Valcárcel González.

El local estaba lo que se dice “a reventar”…, como en todos los sábados lo estaba.

No era de parar, porque es que no se podía, ni el jefe lo permitía. Que entre la semana era de un puro aburrir, apenas se vendía nada y, sin embargo, se había de aguantar mucho. Que ella ya no sabía si era mejor un fin de semana a tope que una entresemana de tedio y de estar en la barra con el merluzo de turno, allí, como soldado al taburete.

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