Todo el panorama de Las Eras del Alcázar cambió en 2005 con la Carta Arqueológica Municipal de Úbeda. Ya, en 1996, unas “providenciales” lluvias torrenciales descarnaron parte de la muralla, en la Redonda de Miradores, y no se les ocurrió otra cosa que meter una máquina excavadora, destruyendo cantidad de restos arqueológicos, lo que constituyó la parte negativa del suceso; siendo lo positivo: que se descubriese su perfil estratigráfico, cual libro de consulta legado por nuestros antepasados; siendo el yacimiento arqueológico descubierto el mayor de Europa occidental y el más grande de la provincia.
Después de 1996 se hizo limpieza; y, para demostrarlo, muestra el contenido de su carpeta que corrobora todo lo que está diciendo, secuenciando, paso a paso, el proceso llevado a cabo. Cuando empezaron los trabajos era un basurero, como lo demostró el que, ya estando excavando, les echasen un sofá encima… Se empezó limpiando el lugar, hallándose muchas e interesantes piezas que se encuentran actualmente en el museo arqueológico ubetense; mas como no caben tantas, sería conveniente hacer un Centro de Interpretación a cargo del Ayuntamiento, que es el encargado de tutelarlo pública e integralmente, juntamente con el grupo de investigación MIDAS III Milenio de la Universidad de Huelva, ya que firmaron un acuerdo dirigido a la investigación, conservación y uso social del patrimonio colectivo heredado.
Nuestra guía detalla fechas y realizaciones interesantes efectuadas hasta la actualidad y agradece a todas las corporaciones municipales que se hayan volcado en este proyecto, a excepción de la penúltima, que no quiso colaborar. Espera que las futuras corporaciones sigan apoyando este proyecto para ponerlo en valor de futuro.
Nos habla, también, del palacio que hay frente al actual parador de turismo, que está a medio descubrir e investigar y que guarda restos de Constantino, en la época romana, y de la muralla cristiana y mora. Fernando III hizo construir una gran muralla de 21 metros de larga por 14 de ancha, con siete metros de foso y barbacana, en este recinto de la época prehistórica; por lo que comprobamos que hay un patrimonio arqueológico increíble, aunque se necesita mucho dinero, y también una enorme voluntad para ponerlo en valor y a disposición de la ciudadanía. ¡Ojalá que el ayuntamiento ubetense sepa aprovecharlo! Y nuestra guía termina diciendo humorísticamente: «No quiero que os caigáis en las eras que vamos a visitar, pues ya hemos excavado bastantes muertos; ni uno más, y menos de vosotros». Lo que todos reímos…
Después, marchamos por el entramado de callejuelas del barrio del Alcázar hasta que llegamos al lugar en el que se encuentra el yacimiento, pasando junto al que fue afamado colegio de El Alcázar, construido en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, juntamente con el desaparecido grupo escolar de El Cristo del Gallo, hoy convertido en anodino parque, y el actual CEIP “Sebastián de Córdoba”, conocido popularmente por colegio de La Explanada. Me vienen a la memoria sus irrepetibles vistas del característico paisaje del valle del Guadalquivir, con sus luminosos amaneceres y atardeceres, según me comentaba mi padre (q.e.p.d.), cuando vivió en este popular barrio, y asistía (como alumno) a esta antigua escuela nacional que, tras larga y lenta agonía como centro educativo, hoy es comunidad de vecinos…
Los asistentes quedamos sorprendidos al avistar una larga empalizada para defender esta excavación arqueológica tan importante, haciéndosenos patente que en todas las épocas (y la nuestra no iba a ser menos), ha habido, y se siguen produciendo expoliaciones cuyos sujetos trafican con la historia de los pueblos, sacando pingües beneficios; no iba a ser sólo en Egipto, con las tumbas de los faraones… Las vistas del majestuoso edificio de El Salvador sirven de norte y guía para saber que nos encontramos en un privilegiado lugar geográfico e histórico…
Tras atravesar la empalizada, por la puerta de entrada, accedemos a un inmensa franja de terreno en la que se muestran las heridas provocadas por el tiempo en esta antiquísima parte de la ciudad de Úbeda, y que ya han dado un vuelco a la historia conocida de nuestra ciudad, pues antes se afirmaba que fue fundada por los musulmanes cuando, gracias a estas excavaciones arqueológicas, se ha descubierto científicamente que ya estaba poblada, en este espolón de terreno, desde el neolítico en la península ibérica (entre 6000 y 3000 años antes de Cristo [ADC]; o como se le llama ahora, antes de nuestra era [ANE]). Las vistas al valle del Guadalquivir, con su mar de olivos ondeante por el viento, muestran el esplendor actual, aunque Nani se encargará de hacernos imaginar este paisaje con otras gentes, otros cultivos, otros ganados y otra minería muy diferentes a los de hoy en día, detallándonos también sus etapas intermedias entre aquella lejana antigüedad y nuestra realidad actual, siempre apoyándose en las fotos de su carpeta anillada y en su interesante discurso.
Hacemos una visita a la parte superior y otra a la inferior, pues este lugar tiene dos alturas diferenciadas. Aclara que el nivel de las eras de trillar (en el que ahora estamos) era alto, aunque ahora sólo queda la primera hilera. Y nos va mostrando su gran pared excavada y todo lo que está empedrado… ¡Qué maravilla encontrar una persona culta y sabia que muestra estos hallazgos con sencilla y buena didáctica!
Cuenta la importancia de las treinta y cuatro dataciones de C14 realizadas para demostrar científicamente que este lugar ha tenido continuadas ocupaciones humanas superpuestas bajo la ciudad de Úbeda. Esta secuencia comprende entre el segundo cuarto del Cuarto Milenio y el primer cuarto del Segundo Milenio ANE, que se rompe debido a una profunda reordenacion urbanística del siglo IV de nuestra era, que coincidió con el ascenso al poder del emperador Constantino, iniciándose, entonces, un proceso ininterrumpido de superposición de tramas urbanas que abarca desde la época andalusí hasta el renacimiento ubetense.Nani repite que desde el Bronce a la época renacentista hay poco, pues los romanos, como Atila, lo arrasaron casi todo…
Ahora nos habla de los primeros habitantes (3500-2500 ANE) que se ubicaron en este espolón de terreno sobre el valle del Guadalquivir, delimitado por altas pendientes y probablemente habitado desde la época prehistórica, en donde se asentarían fortificaciones medievales e islámicas, y del modelo económico agrario basado en el cultivo de los cereales, leguminosas y un incipiente olivar con una ganadería diversificada de vacas, cerdos, ovejas, cabras y caballo. Nos dibuja un bucólico e idílico paisaje, dominado en más del 70% por un bosque de pinos y abedules; como si fuese la actual Sierra de Cazorla…
Remarca que sus viviendas eran pequeñas, de planta circular, excavadas en el suelo, y construidas de tapial, adobes y material vegetal, dándoles diversos y variados usos, incluido como tumbas. Destaca que reutilizaban sus tumbas y nos muestra fotografías de la joya de la corona: la tumba 13, con ajuares femeninos, cuenco, copa argárica, puñal de bronce con remaches, pulsera de plata y anillo…
Afirma que la esperanza de vida de sus primeros pobladores era corta y bastante diferenciadora entre sexos: los hombres vivían entre 20 y 35 años, mientras que las mujeres entre 12 y 14 años. Asegura que gozaban de buena salud y tenían una talla elevada (hasta 1,70 m, en los hombres); sin embargo, resalta que no mostraban diferencias sustanciales en el desarrollo muscular de sus miembros superiores e inferiores, ni tenían diferencias sustanciales de género, tanto en el aspecto físico como en el social.