Conforme van cayendo las hojas del calendario, la nostalgia y la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, se van apoderando de mi memoria (como a cualquier componente de cualquier generación…), haciéndome evocar múltiples recuerdos, tamizados de melancolía y antiguos anhelos…
Poseo muchas y variadas imágenes mentales de mi estancia en el colegio salesiano ‑durante los ocho años de alumno externo que permanecí en él (dos de primaria y seis de bachillerato)‑ de mi ciudad natal. En sus pórticos nos reunían: para rezar (por la mañana y la tarde/noche), antes y después de las clases…; para cantar y preparar el mes de mayo ‑que entonces todavía era de obligado cumplimiento (hablo de la década de los sesenta del siglo pasado)‑; o para lo que fuese menester.